En la plática sostenida con Don Gerónimo el pasado sábado 16 de junio en un café de Coatepec (“Decidir el voto”, Diario de Xalapa, 19 de junio de 2018) conversamos de varias cosas durante más de una hora. En algún momento Don Gerónimo me dijo:
“El sueño dorado de un sistema político autoritario es que sus gobernados no piensen. Que sean cautivos de un sistema que subordina, que decide y ordena sin consultarlos, un pueblo que siempre obedece aunque las acciones estén en su contra. Por eso es que a los gobiernos mexicanos tradicionalmente no les ha importado lo que sucede en educación. Los medios de comunicación, consciente o inconscientemente, son fieles a la reproducción de este estado de cosas y contribuyen dándole preferencia a los programas de entretenimiento banal y no incentivan al público a pensar y a leer un buen libro.”
“Gobierno y grupos de poder, a ambos no les conviene cambiar las cosas; y el pueblo, la ciudadanía pues, no percibe esta perversa tendencia y en su desconocimiento contribuye en lugar de ofrecer resistencia. La inercia arrastra al pueblo. Los maestros tampoco cambian, los padres son cada vez más desobligados de sus hijos y pelean con los profesores en lugar de ayudarlos y hacerse aliados por el mismo objetivo. El ciudadano común gasta sus horas libres en la televisión o el celular y no tiene tiempo para la lectura que le puede dar libertad a su pensamiento porque siente que leer es aburrido, provoca dolor de cabeza, arden los ojos y causa somnolencia.”
Sorprendido, le pregunté en dónde había sacado tales presunciones, pero él, ignorándome, continuó:
“Como tiro de gracia, el gobierno quiso suprimir la filosofía de los planes de estudio de bachillerato hace como 10 años. ¡Imagínese usted, profesor: la ciencia madre del pensamiento y el razonamiento echada fuera de las escuelas! Todo filósofo es movido por la convicción de que las interrogaciones filosóficas son el inicio de una serie de indagaciones sobre los asuntos de la naturaleza, la sociedad, la existencia y el ser humano. La razón cuestiona incluso a la ciencia.”
“Un fenómeno significativo de los últimos años es la ilusión del consenso, la volatilidad del éxito, el pensamiento plural, el espejismo del cambio, la prisa cotidiana, la incertidumbre del mañana. Y con esto encima, no quieren que las personas piensen.”
¿Por qué considera usted, Don Gerónimo, que el gobierno no quiere que sus gobernados piensen?
“Bueno, me refiero a un gobierno autoritario, abusivo, que se desliga del principal compromiso con el pueblo que lo eligió y que no se preocupa por su bienestar general. Para el gobierno que no cumple, la palabra invoca a la rebeldía. Como ejemplo le recuerdo a cierto gobierno local que inició una persecución inquisitorial por lo que se publica en las redes sociales, que bien o mal, es un desahogo saludable para la población. Hasta intervino Amnistía Internacional en el caso, cuando sólo se le puede pedir a la gente que sea responsable y ética con lo que publica o reproduce. Dígame usted si no estoy en lo cierto.”
¡Caray Don Gerónimo…! ¡Es usted un apasionado de sus ideas!
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