La educación es la práctica intrínsecamente más humana si tomamos en cuenta la profundidad y la amplitud de su influencia en la existencia y el devenir de la humanidad. Desde los primeros hombres que deambularon por el planeta, ha sido una práctica fundamental de la especie para sobrevivir y distinguir la forma cultural de ser de cada pueblo y la diversidad en su modo natural de coexistir junto a los demás seres vivos, humanos, animales, plantas y medio ambiente.
Por ello resulta fascinante entrar en el mundo de los grandes pedagogos. Sus ideas tal vez no obedezcan a un pensamiento único e independiente, pero sin duda reflejan la esencia de vida de la producción humana. Quizá tampoco haya una evolución progresiva que haga parecer obsoletas o invalidadas las ideas de sus antecesores, porque no hay una secuencia lineal.
Así que el proceso de conocer las ideas y el pensamiento de los grandes pedagogos, es una práctica esencial de la existencia histórico-cultural de la especie humana. Hablar de una historia de la pedagogía se percibe muy cercana a una historia de la humanidad, pues necesita ser pensada y repensada junto a los hechos y avances del hombre como especie. No pueden analizarse como ideas sueltas si en realidad se entrelazan para darnos una radiografía que ayude a cómo abordar las cuestiones que despiertan y desarrollan las capacidades de los seres humanos.
Genios como Montaigne y la educación humanista. Hobbes y el homo homini lupus como el estado natural del hombre que lo lleva a una lucha constante contra el prójimo, a diferencia de John Locke que sustenta que la mente es como un papel en blanco y el conocimiento se adquiere a través de la experiencia y el aprendizaje porque no hay ideas innatas. Entonces Rousseau nos concede la posibilidad de adaptarse a un contrato social que provea de juicio y de lo básico para subsistir, porque el niño nace bueno pero la sociedad lo pervierte.
Por ello Comenio aborda 9 principios para una educación realista y Pestalozzi supone la naturaleza y función de la educación popular mediante la observación de lo que le rodea. La práctica de la reflexión metódica de Herbart y la definición de cuáles son los conocimientos de mayor valor que propone Spencer, nos puede llevar a la razón como el camino al conocimiento y la libertad de Spinoza y la educación funcional y diferenciada de Claparède, sin contar con el aporte de los jesuitas y la revolución francesa.
Pudiera ser útil abordar las ideas pedagógicas de manera cronológica, o por corrientes de pensamiento como el positivismo (Spencer, Durkheim) o el conductismo (Watson, Skinner), pero siempre encontraremos puntos de vista
interesantes desde la visión de cada educador, que muchas veces reflejan un aspecto o un ángulo del perfil complejo del ser humano. Esto enriquece la concepción del educador, pero también de los padres de familia, de la sociedad y, como una utopía hasta hoy irrealizable, del manejo social y colectivo de las grandes empresas de la comunicación.
Más cosas podríamos encontrar de igual o mayor valor según la necesidad o el criterio del indagador, leyendo el pensamiento de Montessori, John Dewey, Decroly, Piaget, Vigotsky, Freinet, Maslow, Rogers, Freire y muchísimos más pensadores que en este momento están en plena producción en la pedagogía, andragogía, filosofía y psicología de la educación, neurociencia, inteligencia emocional y otros temas trascendentales que requerirían una mayor amplitud para abordarlos.
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