Según el Doctor por Harvard y el MIT, Tony Nader, neurocientífico libanés, las fuerzas de la naturaleza y los diversos componentes de la materia, las partículas elementales, son entendidos en términos de campos cuánticos subyacentes, unificados gradualmente gracias al trabajo de varios científicos, algunos, premio Nobel (1979, por ejemplo) en este territorio con mucha indagación pendiente. En las Teorías del Campo Unificado, muchos físicos creen que todo en nuestro Universo está interconectado o entrelazado, destacando la interconexión y la interdependencia de todo con todo.
Tratando de seguir el hilo del artículo anterior, “Lo material y lo intangible”, cito a Joseph Selbie quien dedica su libro “La física de Dios” a «los científicos que han explorado con valentía las fronteras no oficiales del materialismo científico…» en su búsqueda de una conexión entre la física cuántica, la conciencia, la Teoría M, el universo, la neurociencia y la trascendencia. Quizá tenga en común con el Dr. Nader, que en sus libros abordan con entereza temas de lo intangible desde un punto de vista que conlleva a mejorar el mundo en que vivimos.
El Dr. Tony Nader dedica su libro “Un océano ilimitado de la conciencia” a «todos los buscadores de conocimiento, científicos, filósofos, maestros, líderes sabios y guías que investigan el funcionamiento de la naturaleza y el esfuerzo por mejorar la vida en la Tierra». Desde la historia del Homo Sapiens hasta el futuro de la Inteligencia Artificial, el Dr. Nader explica la importancia de expandir la conciencia más allá de la propia individualidad, hacia el nosotros del que formamos parte, sopesando la incertidumbre del mundo presente y los retos del mundo futuro.
El hombre se ha preguntado siempre si hay algún propósito velado en la vida, algún diseño oculto, alguna lógica significativa que tiene que comprender, cierto designio que se debe alcanzar, un todo del cual formar parte, alguna inteligencia superior que rige el Universo y la esencia del significado de Dios en su vida… unido a las preguntas sobre su origen, de dónde viene y hacia dónde va, qué es lo que puede darle sentido a su existencia, qué razones hay para poblar este planeta que él mismo está destruyendo.
De la misma manera cuestiona su capacidad de elegir, de decidir, de comprender su propia realidad dentro de las otras realidades. Se pregunta si es libre o esclavo del destino, si está sujeto a alguna fuerza o inteligencia superior, a leyes de la naturaleza, a Dios. Se interroga por la presencia del mal, por la naturaleza y la condición humana, la predisposición y lo maleable que puede contener, el caos en que muchas veces parece navegar.
La ciencia nos dice que, conforme la temperatura del planeta se redujo, las partículas elementales se ensamblaron en átomos más complejos, luego moléculas, materia orgánica, formas primitivas y más acabadas de vida, algunas que se exterminaron y, gradualmente, llevaron a la aparición del ser humano. Dice Nader que se supone que la mente y la conciencia humanas han surgido de esta complejidad ordenada y presumiblemente física.
Hay muchas posibles realidades en torno el ser humano. Como expresa la escritora y parlamentaria alemana Silvia Schmitt en su hermoso poema “Y tuve que aceptar”: «Yo no sé nada del tiempo, es un misterio para mí. No comprendo la eternidad y tuve que aceptar que mi cuerpo no sería inmortal…». Luego entra en ese todo del que hablamos cuando continúa: «Estamos hechos de recuerdos y olvidos; deseos, memorias, residuos, ruidos, susurros, silencios… pequeñas historias y sutiles detalles…» y define su por qué y para qué en «Acepto que vine al mundo para hacer algo en él, para tratar de dar lo mejor de mí, para dejar rastros positivos de mis pasos antes de partir».
gnietoa@hotmail.com
|
|