Con la llegada de un Nuevo Año, son imprescindibles las reflexiones personales y familiares sobre las promesas de cuidar la salud, los éxitos y fracasos laborales, la estabilidad hogareña, la perseverancia amorosa, los logros y retos personales y colectivos. En el país, valoramos los cambios políticos y los recuentos de los avances nacionales. Todo se coloca en la balanza del ojo crítico y por un momento parece verdad que estamos dispuesto a modificar nuestros hábitos y actitudes.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano recibió el Premio Stig Dagerman en Suecia, el 12 de septiembre de 2010. Las palabras que escribió para esa ocasión son relevantes por su gran profundidad, y alguien las acomodó para darle la bienvenida al nuevo año 2019. Las transcribo con enorme placer literario:
««“Querido Stig: Ojalá seamos dignos de tu desesperada esperanza.
Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano.
Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.
Ojalá podamos merecer que nos llamen locos, como han sido llamadas locas las Madres de Plaza de Mayo, por cometer la locura de negarnos a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.
Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados.
Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.
Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo”»».
Hermosas palabras. Ojalá cultivemos el temple y el fuego interior con la constancia suficiente para forjarnos cada día, sin descuidar esta empresa que nos hace humanos y nos enseña a valorar en su justa medida el mundo mágico de los deseos. Un deseo sin esfuerzo nunca será realidad, además de que el esfuerzo es el camino de la vida cuyo recorrido debemos aprender a disfrutar como nuestro proveedor principal.
Deseo tener un buen año, deseo estar contento, deseo bajar de peso, deseo tener muchas amistades, deseo mejorar en mi trabajo, deseo ser feliz con mi familia, deseo que me vaya bien. Son expectativas que se crean en la mente y quizá no alcancemos a comprender las implicaciones, situaciones y fuerzas que se mueven para hacerlas realidad. En el mundo mágico de muchos, piensan que caerán del cielo, como regalos divinos. Y no cuidan el siguiente paso del esfuerzo y la perseverancia que es la contribución de cada quien en la realización de las esperanzas del mañana.
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