Gilberto Nieto Aguilar
En la Declaración de Incheon 2015 (Corea del Sur), se formularon acciones para una educación de calidad, equitativa e inclusiva, y el logro de un aprendizaje para todos durante toda la vida, con un espacio de realización hasta el año 2030. El lema fue transformar vidas mediante la educación. Se reafirmó la visión del movimiento mundial en pro de la Educación para Todos (EPT) que se puso en marcha en Jomtien, Tailandia, en 1990 y que se refrendó en Dakar, Senegal, en el año 2000.
Transformar vidas mediante la educación se reafirmó como el compromiso más importante en materia de educación en las últimas décadas, con la pretensión de contribuir a impulsar significativamente los avances en materia educativa. Mientras en 1990 se propuso una visión ampliada de la educación básica, ante una situación mundial desalentadora, en 2000 se revisó el progreso logrado, y se ratificaron las metas en el Marco de Acción para 2015.
La falta de avances en muchos países sin acceso al menos a la educación primaria, detonaba una nota de extrema lentitud y falta de progresos que evidenciaban una enorme brecha en la calidad de los aprendizajes y la adquisición de los valores humanos. El resultado final del Informe Delors de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI analizó los desafíos para el nuevo milenio y planteó una serie de sugerencias y recomendaciones para tomar decisiones al momento de elaborar políticas educativas.
La Declaración de Incheon recoge la visión transformadora del Informe Delors (resumido en un libro titulado “La educación encierra un tesoro”, 1996) al que se le suman los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por la ONU. No podemos negar que el grado de avance desde 1990 a la fecha todavía no alcanza las metas trazadas. Más bien sus resultados son discretos (Informe de seguimiento de la EPT, Unesco, 2015, elaborado para supervisar, señalar deficiencias y formular recomendaciones).
El desarrollo de las capacidades comunicativas (escuchar, expresarse oral y por escrito, comprender varios tipos de texto), el pensamiento matemático (la lógica del pensamiento, de la argumentación, además de la intuición de los algoritmos operativos), el sentido de las Ciencias y la comprensión del lenguaje, los valores de la convivencia humana y la comprensión interior del ser, más la aportación de Incheon sobre la forma en que las personas se relacionan con el planeta y la
tecnología, son verdaderos “tesoros” que posibilitan humanizarnos a través de la “Utopía necesaria” que es la educación.
De alguna manera, el ser humano ha convertido en la mayoría de los casos el acto educativo por excelencia, la lectura, en una acción sin sentido: leemos, pero no percibimos, ni intuimos, ni actuamos. Es decir, comprendemos, memorizamos, repetimos, pero no traducimos esto en hechos y conductas. Vivimos las realidades en desacuerdo, pero no las transformamos, a sabiendas de que no podemos esperar mucho de las dirigencias políticas, porque el arte de gobernar se ha extraviado. El esfuerzo debe ser del ciudadano, del padre y la madre de familia, de los maestros y los directivos. Tenemos que reimaginar y construir juntos el futuro que queremos, por muy difícil que esto parezca.
El cierre de las escuelas durante la pandemia del Covid 19 es posible que afecte gravemente los resultados que se podrían esperar en la evaluación de 2030. Lo vemos a diario en los adultos pero sobre todo, en los niños y de manera especial en los adolescentes. Los efectos que esto ha supuesto en términos educativos han sido desastrosos y agravaron la situación que ya existía antes de marzo de 2020.
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