Sinceramente, yo espero mucho de la vida. Entiendo que hay gente que espera fortuna, suerte en el amor, salud y ese tipo de cosas; pero la vida me enseñó que si quieres lograr algo, debes luchar por eso. Mucha gente no entiende el por qué a unos se les da en bandeja de plata o con más facilidad que a los demás, pero eso es porque si tú quieres y en serio deseas algo, tienes que esforzarte ¿cierto? O tal vez no es así…
Desde que era pequeña, mi único deseo era tener suerte. Así es, desde que era chiquita tenía muy mala suerte para todo, y a todos mis problemas yo respondía con un “es porque tengo mala suerte”. Un día estaba paseando a mi perro en un parque cerca de la casa, pero cuando le llegó el olor de los elotes que estaba vendiendo un señor, tiró de la correa y se soltó. Apenas tenía 9 años, así que no reaccioné rápidamente y cuando giré para buscar al perro, lo encontré atacando al señor de los elotes y llevándose un elote para comérselo. Desde ese día culpé a todo lo que me pasaba, con sólo 2 palabras: “mala suerte”.
Cuando cumplí 10 años, mi percepción de la vida había cambiado, por lo que ya no me importaba la suerte y ahora sólo me concentraba en la fortuna. Soñaba con tener autos lujosos, juguetes carísimos, dinero a montones y todo lo que una niña de 10 años quisiera tener. Pero gracias a que mi mamá no contaba con los recursos monetarios suficientes para comprarle a su niña mimada todo lo que quería, o sea yo, mi sueño de ser millonaria se fue apagando cada vez más.
Finalmente, cuando fue mi cumpleaños número 13, me encontraba en una etapa en la que lo único que quería era quedarme en casa sin hacer nada, por lo que comencé a escuchar podcast sobre filosofía y realmente me enamoré eso; así que, durante mis vacaciones de verano me dediqué a leer sobre la filosofía, específicamente sobre la vida, y verdaderamente sentí que me abrió los ojos y me hizo reflexionar sobre todo lo que vivimos y el por qué lo vivimos.
Fue entonces que entendí que uno no puede esperar algo de la vida así porque sí; no podemos apresurar algo que tal vez nosotros queramos en el momento, porque tal vez la vida así lo quiso. Pero ¿por qué hablo de la vida como si fuera una persona? Bueno, siento que la vida no es como tal algo tangible o algo visible, sino que es algo que a la gente se le otorga al momento que se encuentra en el vientre de su madre, pero para no complicarnos tanto al momento de hablar, nos dirigimos a la vida como si fuera una persona.
Volviendo a lo que mencioné anteriormente, la vida me ha hecho no esperar nada de ella, ni de nadie, tan sólo debo esperar cosas que vengan de mí misma y que si yo espero por algo o por alguien sin yo hacer un esfuerzo mínimo, ese algo me llegará a quitar tiempo y oportunidades de hacer muchas otras cosas. Por lo que al menos, si esperamos algo de la vida, que no sea tangible, ya que esas cosas no duran para siempre. Es por eso que, si yo tuviera que esperar algo, sería tiempo.
Tiempo ¿para qué? Habiendo tanta cosas, yo elegí el tiempo. Qué absurdo, dirán muchos de ustedes; pero en realidad, el tiempo es una de los cosas más preciadas que alguien puede tener, desde desear más tiempo de vida o más tiempo con su familia, a simplemente tener más tiempo para tan siquiera terminar un examen.
Siento que el tiempo es lo más importante para mí. Cuando estoy en clase, sentada en mi silla, y muchas veces disociando mientras la maestra habla, me pongo a pensar en qué hubiera pasado si mi tía, ya muerta y que en paz descanse, hubiera tenido más tiempo para curarse ¿seguiría viva en estos momentos? ¿Hubiera muerto de igual manera? No lo sé, y no le puedo preguntar porque ya está muerta ¿No? Pero sólo diré que tal vez sí se pudo haber curado, o por lo menos se hubiera quedado más tiempo con nosotros. Es por eso que por más que diga que no espero nada de la vida, en el fondo de mi corazón o de donde venga ese sentimiento, lo que yo espero de la vida es tiempo.
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