El sábado pasado platiqué con mi amigo Rafael Martínez Zaleta, quien además de ser un médico militar es un gran escritor que no ha tenido el reconocimiento suficiente a su obra. Los gobiernos esperan a que los hombres y las mujeres ya no estén con nosotros para rendir esa distinción que les niegan en vida, independiente a cualquier enfoque político o de otra índole.
Gustavo Cadena Mathey, muy amigo del doctor Rafael, escribió en Diario de Xalapa en enero de 2019 lo siguiente: El doctor Martínez Zaleta ha presentados sus libros en varios municipios del estado y en la sede del Congreso de la Unión… la congregación de Ruiz Cortines lo propuso para ser distinguido como “Hijo predilecto de Papantla… en virtud de que ha promovido la cultura totonaca a nivel estatal, nacional e internacional”.
Comentamos sobre lo difícil que han sido los últimos doce meses, sobre lo dañado que está gran parte de la sociedad y los inconvenientes que seguramente planteará el restablecimiento posterior a la pandemia. Muchas personas tenemos familia que se ha ido, amistades cercanas que no pudieron cruzar incólumes las vicisitudes de esta epidemia contagiosa.
Pero Rafael vivió algo muy fuerte con la partida de tres de sus hermanos y su cuñada Ruth, apenas en enero pasado. En Veracruz causó consternación en varios círculos políticos, intelectuales y sociales el anuncio del fallecimiento de Edmundo Martínez Zaleta, Doctor en Derecho, ampliamente conocido porque incursionó en la vida pública de la entidad.
Cuando Edmundo preparaba su tesis de Doctorado, conversé en varias ocasiones con él. Me dijo que el tema que había seleccionado era ampliamente conocido por mí, e incluso le presté y sugerí algunos libros sobre el tema. Su conversación era amena, sin tintes ni posturas estereotipadas.
Rafael me comentó en enero que un reconocimiento a su hermano Taurino, Doctor en Economía por la UNAM, les motivó a reunirse en la Ciudad de México en diciembre pasado. Al parecer, de tal evento habría de surgir la desgracia que se llevó, en un lapso de apenas un mes, a los tres hermanos Martínez Zaleta y a Doña Ruth, cuñada de Rafael, quien afortunadamente no estuvo en tal evento.
Primero falleció Enrique, el menor, me parece que el 15 de diciembre pasado. Fue un empresario triunfador en el ramo del calzado en León Guanajuato que radicaba
desde hacía algunos años en Poza Rica y era muy querido en su tierra natal, Adolfo Ruiz Cortines del Municipio de Papantla, terruño de todos ellos.
Después de que Taurino y Ruth Vásquez fallecieran apenas comenzado enero de este año, Edmundo les siguió el 17 del mismo mes para completar lo que fue una verdadera tragedia familiar que convulsionó a las familias en duelo, a los habitantes de la Congregación de donde eran originarios, al municipio entero de Papantla, al estado de Veracruz y a muchos otros lugares del país.
Rafael es un hombre de creencias y convicciones y soportó serenamente este golpe, encomendando a Dios el eterno descanso de sus familiares tan queridos y allegados. El tiempo y los hermosos recuerdos que de ellos conserva habrán de mitigar el dolor y le permitirá aceptar las pérdidas que el destino le infringió. Descansen en paz.
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