El mito de Sísifo es un ensayo escrito por Albert Camus en 1942. En él aborda el sentido de la existencia y afirma que si no hay un Dios que dé razón y sentido, la vida es absurda y cada uno puede hacer con ella lo que le venga en gana. De alguna manera así es, pero cuando en el tiempo llega el vacío existencial, el recuento de una existencia vana, si no hay alicientes a qué aferrase, la vida está muy cerca de la tristeza y la melancolía, de la angustia y la depresión. En esa etapa el mito de Sísifo cobra sentido, por las ideas asociadas al concepto de lo absurdo y lo inútil de muchas cosas que se hacen a diario.
Cuenta la mitología griega de un hombre (Sísifo) que ofende a los dioses y que Camus describe así: «Los dioses habían condenado a Sísifo a transportar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Pensaron, con algún fundamento, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza».
Camus escribe rodeado de las ideas de grandes pensadores como Sartre, Kafka, Nietzsche, Kierkegaard, Heidegger y otros más, que seguramente influyeron y enriquecieron su razonamiento filosófico. En la obra aquí mencionada, desarrolla un conjunto de significaciones asociadas con la idea de lo «absurdo e inútil» que puede resultar la existencia para algunos, y los mira en Sísifo presagiando lo que hoy, ochenta años después, sufren aquellos que no encuentran razones para darle un sentido a sus vidas.
Escribe en plena ocupación nazi, refiriéndose al absurdo como la esperanza que fundamenta el mañana. Si en aquel entonces parecía no haber mañana para muchos, hoy, tan profundo cómo en aquel momento que narra, el mundo avanza despojado de fe y convicciones, inhumano, inasible, tecnologizado, insensible, donde el ser humano se advierte como un transeúnte advenedizo que no va a ninguna parte.
Se percibe en lo superfluo de muchas cosas que se hacen a diario sin sentido y sin utilidad y que, no obstante, se repiten una y otra vez. En la hueca banalidad de los intercambios sociales de cada día y cada instante, en la angustia asfixiante de no alcanzar a ser, en la parodia de una comedia de apariencias que se repite sin concluir jamás, en los sentimientos enfrentados y contradictorios, en la salud mental que se afecta por los pensamientos oscuros y confusos.
Camus sugiere que sólo a través de la toma de conciencia de la realidad, conquistando la vida a través de las decisiones que asumimos, podremos llegar a darle el sentido que queremos a la propia existencia. Pero ya hemos comentado aquí, que para el ser humano no hay recetas ni conocimientos acabados; que la razón y la ciencia sólo alcanzan abstracciones que a veces no tienen significado y que, en el mejor de los casos, su aplicación a la realidad y verdad de cada quien, suele ser difícil, dolorosa y complicada.
Esto nos lleva a muchos temas sobre los que valdría la pena reflexionar, como la conciencia, la toma de decisiones, la búsqueda del yo, la moralidad, la angustia ante la vida, resiliencia, depresión, fobias, pensamientos y emociones, placer, amor, odio, resentimientos y tantos más. Tal vez debamos conformarnos, si éste es el caso, con preguntarnos cómo transformar aquello que nos incomoda o nos hace sufrir, que nos deja insatisfechos por la forma que ocurre cada día, y el tipo de relación que cultivamos con los demás. Olvidemos a Sísifo y su rutina estéril e insensata, y revisemos nuestro entorno para descubrir si algo en nuestras vidas nos tiene contrariados y no nos deja alcanzar el equilibrio necesario para sentir, de forma próxima, la dicha que anhelamos.
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