Existen muchas percepciones del mundo y de la vida en todos los confines del planeta, como formas subjetivas de comprender e interpretar el entorno que les rodea y el ser propio, las actitudes, valores y creencias que dan sentido, un por qué y un significado a la existencia. Con grandes diferencias en tiempo y lugar, en oriente y occidente, en el norte y en el sur, son influenciadas por diversos componentes como las tradiciones, la cultura y la religión.
Una percepción del mundo y de la vida puede variar de una persona a otra, aun cuando compartan el mismo contexto e incluso hayan sido sujetos de una misma crianza. Las vivencias y los pensamientos son personalísimos y pueden crear y fortalecer una idea del mundo y de la vida, logrando un impacto significativo en las decisiones, acciones, comportamientos y formas de resolver los conflictos que la supervivencia plantea. El papel de esta percepción en la realidad subjetiva del individuo, ha sido objeto de debates y ha dado lugar a diferentes filosofías y formas de pensar.
Lo que a la persona común parece importarle más, son las implicaciones reales y el sentido que puede darle a sus vidas, el tener ideas claras sobre sí mismos y lo que quieren de la existencia, los valores que rigen y las circunstancias que influyen. La claridad de las ideas y pensamientos sobre aquellas cosas que de manera particular les preocupa. Esto nunca ha sido fácil porque el debate del pensamiento ha sido facultad de unos cuantos, situación que ha generado infinitos sesgos, abusos y explotación de las masas inertes.
El pensamiento occidental ha sido eminentemente eurocéntrico, y entre ellos se han disputado la primacía de las ideas y las transformaciones del mundo y el ser humano. América se incorpora a Europa en el siglo XVI y es absorbida por su cultura y su manera de pensar, entender la realidad y hacer, con diferencias históricas que señalan variables en su desarrollo, por encima de las tradiciones y culturas propias de las diversas regiones que la conforman.
Sin embargo, el pensamiento y la filosofía se acuñan desde épocas remotas y fueron temas recurrentes durante milenios en la historia de la humanidad que dio origen a numerosas corrientes de pensamiento, mucha de las cuales todavía sobreviven y siguen inspirando a millones de personas en el mundo. La filosofía occidental de la antigüedad, supuestamente la nuestra, se limita básicamente al Mediterráneo y es de sobra conocida. Hubo ideas y pensamientos antiguos de Asia oriental que tuvieron influencia en el desarrollo de esta filosofía mediterránea.
El pensamiento y la filosofía en la antigüedad oriental, y el resto del mundo, fueron muy diversos y complejos, puesto que crearon múltiples sistemas filosóficos y religiosos que alimentaron formas de pensamiento muy profundas sobre la naturaleza humana y la realidad interior y exterior. En sus múltiples formas, las filosofías china, hindú y japonesa llegan hasta nosotros con una fuerte influencia religiosa, cargadas de cuestiones fundamentales sobre la existencia, la moralidad y el papel de la humanidad en el universo. Los mitos y leyendas la llenan de una fantasía deliciosa para el pensamiento occidental.
De este mundo fascinante, todo lo que se dice, fue dicho en muchas formas, en otros tiempos, en otros idiomas, en otros lugares. Dado el número de seres humanos que hoy somos, casi nadie ha leído lo escrito, aunque muchos, quizá, lo han oído y a su manera, lo han pensado.
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