Cuando se le pregunta a la gente lo que perdió durante el año pasado, son muchas las reacciones que se observan. Van desde un gesto indefinido, una mirada triste, una imprecación o una respuesta tranquila. Hay quienes ven con optimismo las cosas y exclaman: “No puedo quejarme”, “Soy un afortunado”, “Siento que mi pérdida es nada, comparada con quienes han perdido a un ser querido”. Así pues, el trabajo, la salud, las personas que amamos, son las pérdidas más lamentables.
Los expertos en salud mental aseguran que todas las pérdidas se deben reconocer, examinar y, en su caso, llorarlas, con la idea muy clara en el pensamiento de que la vida sigue adelante, para poder buscar nuevos caminos en los estilos de vida rotos. Cada historia es un caso aparte, junto a sus experiencias, su modo de ver la vida, el apego a la pérdida, y la manera de reponerse y enfrentar nuevas situaciones.
Tenemos más de un año escuchando o leyendo las opiniones de los expertos, los comentaristas, la clase política y las supuestas notas y videos que pasan de persona en persona en las redes sociales, elaborados por quién sabe quién y con qué intensiones, porque además de fomentar el miedo, las histeria colectiva y la confusión, impiden a muchos razonar con claridad ─individual o colectivamente─, sobre todo cuando las personas no buscan otras fuentes más veraces de información.
Es común escuchar que se han perdido horas de trabajo, fuentes de empleo, despidos por empresas en quiebra. Se habla de comercios cerrados, del derrumbe de la economía, la debacle del turismo, problemas en los gobiernos. Pocos hablan de las oportunidades que se abren en un ambiente de crisis. Dos ejemplos de esto último: La IA, la informática y las ventas en línea, por un lado, y las principales farmacéuticas del mundo como Johnson & Johnson, Roche, Abb Vie, Bayer, B-Myers Squibb, Merck & Co., Pfizer, GlaxoSmithKline (GSK), Novartis, AstraZeneca, etc.
Estas farmacéuticas han crecido mucho porque han cambiado los simples procesos de elaboración de medicamentos para su distribución, por una política de interacción con el mercado en general, sus clientes y la comunidad médica. Están aprovechando sus marcas corporativas y, al hacerlo, están consiguiendo crecer, impulsando la innovación y el desarrollo de soluciones globales (Informe interbrand health).
Resulta muy difícil cuantificar todo lo que se ha perdido, bajo el riesgo de quedarse corto o de exagerar. Es complicado abarcar todos los elementos del
hacer y del sentir humanos expuestos a los efectos de la pandemia en estos dos años. Muchas cosas “no volverán a ser como antes”. Por ejemplo, en el ámbito humano, ¿dónde quedan quienes han perdido a un ser querido? ¿Y los que han perdido su empleo? ¿Dónde la ausencia del trato con los demás?
El espíritu juguetón y vivaracho, la “mexicana alegría”, los encuentros y convivencia familiar y de amigos, los abrazos y apapachos que fueron consuelo de desdichas y adversidades en tiempos pasados, han sido cortados bruscamente. Algunos que siguieron practicando estas costumbres de convivencia a pesar de las restricciones, se expusieron a sí mismos y a los demás. La lista de historias fatales es larga y casi todos conocemos alguna.
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