El título corresponde a un artículo publicado por G. B. Razo Ramírez y R. Oropeza Tenas en la Revista “¿Cómo ves?” No. 281, abril de 2022, Págs 8-13, revista de la UNAM para la divulgación de la ciencia. El artículo me llamó la atención, así que seguí el texto parafraseando aquello de mayor interés para seguir la secuencia de los artículos anteriores referentes al pensamiento y la razón.
Como una cualidad que la evolución le ha dado al ser humano, la mente es capaz de remontarse al pasado y anticiparse al futuro, aseveran los autores. Las personas a veces están haciendo algo y de pronto se dan cuenta que lo hacían “en estado automático”, porque en realidad su mente estaba más en sus pensamientos que en aquello que realizaba en ese momento.
Matthew Killingsworth y Daniel Gilbert, investigadores de la Universidad de Harvard, en 2010 llegaron a la conclusión de que las personas se pasan entre un 25 y 50 por ciento de las horas de vigilia concentrados en pensamientos que nada tienen que ver con las cosas que están haciendo aquí y ahora. Es decir, fluyen con pensamientos del mundo interno y externo, del pasado y de un futuro posible, muchas veces sin atar la lógica y la realidad a estas divagaciones de la mente.
A través de un método experimental de la neurociencia cognitiva llamado muestreo de experiencias, aplicado a más de 2000 personas, encontraron que en buena parte de las horas de vigilia la mente divaga mucho. Como la intención inicial del proyecto era estudiar la felicidad, y un elemento a combatir era la divagación mental para situarse en el aquí y el ahora, la conclusión hizo considerar estas divagaciones desde otra perspectiva.
La capacidad de abstraerse y pensar en varias cosas que no están frente al individuo en ese momento, se puede considerar una ventaja evolutiva que permite a los humanos aprender, razonar, imaginar, crear, planear, pero que efectivamente la costumbre de la divagación sin un sentido consciente puede tener un costo emocional. Se pierde tiempo, se puede sufrir un accidente, no hay concentración en las actividades cotidianas, las ideas no aterrizan en el plano consciente y real, y por lo tanto no se pueden convertir en realizaciones y resultados para la vida.
Puede perderse en el pasado, modificado bajo fuerzas subliminales, o encapsularse en un supuesto futuro bajo argumentos dominados por deseos irrealizables que posiblemente jamás sucederán. Recorrer el tiempo es uno de los juegos favoritos de la mente, pero el sujeto puede estacionarse allí como una evasión para no enfrentar su propia realidad. El costo de esta evasión sólo cada quien, y nadie más, lo puede precisar.
La cronestesia —capacidad de reconstruir el pasado o imaginar un futuro— es una capacidad que puede hacer que el cerebro se comporte de distinta manera cuando piensa en el presente, el pasado o el futuro (https://psiquiatria.com/neurologia-general/un-estudio-arroja-nueva-luz-sobre-la-cronestesia/). La divagación es el desvío del pensamiento a contenidos mentales con poca o nula relación con lo que se está haciendo en ese momento o con el entorno.
La mente errante que divaga sin sentido puede llegar a crear realidades paralelas, y el sujeto verse afectado en su percepción de la realidad. Estar constantemente repasando cosas del pasado puede llevar a la persona a estados de ansiedad o depresión, que pueden influir en la percepción del mundo y el modo de relacionarse en las actividades cotidianas. Construir escenarios futuros puede dar alguna ilusión de vida, pero si no se acoplan a la realidad del sujeto, puede derivar en frustración y circunstancias negativas.
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