¿En qué momento concluyó la Edad Media y comenzó el Renacimiento? Es difícil precisarlo pues en Europa hubo vestigios medievales incluso hasta el siglo XVIII. Por otra parte, hombres del siglo XI como Abelardo y Roger Bacon eran ya modernos por sus ideas. El fin del medievo se debió producir en algún momento entre estos dos puntos y para ello es útil recordar a Dante Alighieri y su “Divina Comedia”, escrita a principio del siglo XIV, una fecha apropiada para señalar la existencia de mentes preclaras y renacentistas.
A mediados del siglo XV se da la invención de la imprenta y, con ello, la expansión del saber y la cultura. Al principio lentamente, los descubrimientos, las investigaciones y los aprendizajes comienzan a impulsar el desarrollo de la humanidad. Crece el número de escritores y exponencialmente el de lectores. Las ideas de los grandes hombres se expanden cada vez con mayor amplitud.
En nuestros tiempos, desde la última década del siglo pasado, comenzaron a aparecer los libros electrónicos. Al arrancar la primera década del siglo XXI algunas empresas transnacionales lo vieron como negocio y comenzaron la carrera para que toda una biblioteca de varios miles de libro pueda guardarse en un pequeño disco duro o traer cientos de obras en una USB, la Ipad o una tablet sin ocupar el volumen de los libros impresos.
Quienes acostumbran leer libros, jamás olvidarán sus manos pasando por las páginas, el olor especial que emanan cuando son nuevos, los diversos tonos del papel, los tipos de letras, hojear y pasar la vista por sus líneas como para adelantar las expectativas que esperan, en tiempos propios de cada quién.
Los jóvenes actuales, expertos en el manejo digital, en un alto porcentaje sólo leen mensajes, los contestan, copian frases, las comentan y cuentan chucherías de su vida común y personal, en ocasiones realmente intrascendentes. Si este es el hábito de varios de ellos, cuando quieran expresar pensamientos complejos e ideas amplias muchos tendrán dificultades.
En esta década, palabras como e-book, PDF, Kindle, han cobrado importancia. Los diarios digitales están desplazando a los diarios impresos, los cuales se ven obligados a acompañar sus ediciones en papel con una edición digital. El libro lucha por no ser desplazado, en un ambiente de expresión de las ideas en donde la libertad electrónica se desborda sin límites. Los efectos sociales son múltiples y
variados. Los derechos de autor se diluyen en el anonimato y en el uso casero. El derecho internacional y los derechos nacionales deben actualizar los preceptos y normar las acciones y los efectos.
Ante el avance avasallador de la tecnología, alguien planteó que peligra la empresa editorial, tal como la conocemos. En una Ipad se pueden llevar decenas de libros digitales. Pero la mutación desencadenada por las redes sociales ha significado un cambio de paradigma cultural ineludible, donde el intercambio breve prevalece. Se escribe y se lee fragmentariamente, y entre los gustos y preferencias de lectura, puede también cambiar la cultura de un pueblo.
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