“Es a las posibilidades del hombre [y la mujer] a lo que debemos nuestra lealtad entera”, continúa diciendo Russell en esa frase inclusiva, atrayente, interesante y seductora, que todos aquellos que gobiernan o dirigen núcleos humanos, debieran tener siempre presente. Los corchetes son míos, pues en la época de oro en que vivió el británico filósofo, matemático y escritor Premio Nobel de Literatura, no surgía el dilema de la equidad e igualdad de género.
La administración se dirige hacia las cosas y a la protección de intereses, por lo que el que conduce le resta importancia en ocasiones a los recursos humanos. Afortunadamente desde hace unas décadas están siendo objeto de reconocimiento y estudio en su conjunto y como agregado de varias individualidades. Las transnacionales bien podrían ser el macro ejemplo.
Un caso aparte, valioso porque incide en el desarrollo socioeconómico, cultural e integrador de un pueblo, es el gobierno que dirige en forma directa a las personas, en un intento de hacer la vida de los individuos tan buena como sea posible, a través de satisfactores reales de necesidades, distribución del ingreso y la creación continua del orden y el derecho.
Gobernar es una ciencia y un arte, en cuanto a que se rige por ciertos principios legales y sociales aplicados bajo la perspectiva de un hombre o de un equipo de trabajo, en el mejor de los casos, dentro del ámbito cultural de un pueblo, región o país, en un juego de variantes, reglas y alternativas. Un arte, una habilidad maravillosa de poder realizar proyectos y generar oportunidades para mejorar las condiciones de los gobernados.
Hay personas muy efectivas para orientar, asesorar, estructurar proyectos, proponer agendas y planes de trabajo; pero en el terreno de la acción directa se achican. Llegan a representar el poder tras el trono. Para otros, por el contrario, la acción es su elemento. Les gusta encarar los problemas, tratar con gente diversa, resolver problemas y tener una visión prospectiva. Hay quienes tienen liderazgo moral y saben aprovechar la inteligencia y talentos de quienes le rodean, mientras otros pretenden hacerlo todo solos, en un proceso de centralización espantoso.
Hay quienes tienen la visión de comprender a los demás e interpretar su sentir y sus necesidades más apremiantes; quienes interpretan realidades sociales importantes por su prioridad; quienes analizan el presente para enfrentar el futuro bajo condiciones de cierta seguridad. Unos se interesan por cuidar su imagen y otros por captar opiniones significativas. También hay quienes pugnan por embellecer las
ciudades, mejorar las carreteras, promover la industria, apoyar al campo, elevar la calidad de la educación, impulsar el turismo y la cultura, sanear la economía interna, fortalecer las políticas, combatir la corrupción, el narcotráfico, etc.
Russel tuvo la convicción de que con los adelantos de la ciencia y la tecnología del presente siglo, las necesidades elementales de los seres humanos podían ser satisfechas. Lo que lo impide es la ambición y la enajenación del poder.
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