Además de las hambrunas, miseria, desempleo, recesión, deudas, duelo en cientos de miles de hogares, no se pierde la esperanza de poder renacer en todos los renglones de las actividades humanas, en el hacer y en el pensar, en el imaginar y el crear. Un regreso lento a una normalidad que jamás volverá a ser la misma, obliga en las personas perceptivas un cambio en su visión del mundo.
Esperamos, consternados, que durante este 2021 las nuevas cepas del coronavirus queden bajo el control de la investigación científica y bajo la ética de quienes manejan la información y la toma de decisiones en todo lo relacionado con la vacunación y las medidas preventivas para hacerle frente al bicho que dominó los escenarios del 2020 e intimidó nuestra existencia.
El año que se va obligó a millones de familias alrededor del mundo a percatarse de que un fenómeno de salud las vinculó en el dolor, impotentes ante un debate en el cual los científicos diferían, reconsideraban y cambiaban de opinión respecto a los orígenes del mal, las medidas sanitarias, los tratamientos medicinales, la atención hospitalaria, la vacuna, la cura.
Queremos pensar que 2021 será mejor. Que no habrá miedo pero sí precaución y prevención. Que la gran capacidad del ser humano para investigar descubrirá la mejor manera de acabar con este virus. Que quienes nos gobiernan apliquen su voluntad en cumplir la responsabilidad social y política encomendada, y encuentren formas de superar la adversidad causada por los efectos y consecuencias de la pandemia para que, finalmente, se restablecer la salud, la economía y la tranquilidad social.
La economía mundial se sacudirá ante el abanico de perspectivas y variables. El producto interno bruto sufrirá los efectos negativos que envuelve a la pandemia. Los retos serán grandes, pero no insalvables, pues a medida que las economías desarrolladas retoman el paso, los países exportadores podrán aprovechar el viaje para acelerar su propia economía e iniciar la recuperación.
Es un andar mundial que cada país habrá de retomar según sus recursos, sus coyunturas ideológicas y sus formas de gobernar. Toda una gama espesa de condiciones que el político y el ciudadano no quieren, no saben, o no pueden transformar para beneficio colectivo, lo cual rezaga en mucho las posibilidades reales de una recuperación más rápida.
Un lugar común muy importante será la disponibilidad y aplicación de la vacuna, con oportunidades para la población en riesgo y aquellos grupos con mayor grado de marginación. Será una lucha por vencer la desconfianza en todo lo negativo que se ha dicho, con la exigencia de mucha claridad, transparencia y organización de parte del gobierno y mucho esfuerzo colectivo de parte de la ciudadanía.
Del análisis del pasado, del reconocimiento de las malas decisiones, de aceptar los errores cometidos en los momentos más recientes, podría depender un giro positivo en la política y avance del país, sus soluciones y acuerdos, más las condiciones provocadas por la pandemia en un México resentido. Los malos escenarios son consecuencia de las acciones equivocadas y las omisiones del gobierno quien junto con el pueblo forman un binomio indisoluble que pone en marcha o paraliza al país.
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