En México, después de la Declaración de Tailandia, hubo algunos cambios. El 18 de mayo de 1992 se publicó el ANMEB (Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica), que transfirió a los gobiernos de los estados la administración de la educación. Se realizaron la Cuarta y Quinta Reformas al Artículo Tercero Constitucional (enero 1992 y marzo 1993) para ampliar la libertad de la educación privada y religiosa, limitando la gratuidad a la educación que imparte el Estado. Se establece la educación básica y se declara la obligatoriedad de la educación primaria y secundaria, incorporándose más adelante la educación preescolar.
Se derogó la Ley Federal de Educación para dar paso a la nueva Ley General de Educación y se presenta la Reforma Educativa de 1993 que acotó las disparidades existentes en secundarias y sus modalidades. Hasta este momento, quizá el Plan de estudio más importante había sido el Plan de Once Años, para impulsar bajo un modelo nacional a la educación primaria. Entre 1971 y 1992, la educación estuvo sujeta a una serie de eventos y visiones que provocaron un caos en los Planes de Estudio.
En el Plan de Estudio y Programas 1993, se unificó la división por áreas y asignaturas, para quedar bajo la carga horaria de asignaturas. Tomados los criterios de La Declaración de Jomtien, se agregó una hora a las asignaturas de español y matemáticas. Y antes de Dakar 2000, se creó la asignatura de Formación Cívica y Ética, para un estudio reflexivo de los valores personales, sociales y ciudadanos.
Esta reforma tenía el objetivo de hacer más eficiente la prestación del servicio educativo y avanzar en la calidad de la educación frente a las exigencias del cambio social y la modernización del sector productivo; esto es, formar recursos humanos mejor calificados para competir en la nueva economía neoliberal emergente, que promovía la reducción de la intervención del Estado en la economía e incrementaba el papel del mercado. El Estado Benefactor llegaba a su fin.
Escribe Pablo Latapí Sarre en “La política educativa del Estado mexicano desde 1992”, que «realmente fue sorprendente… la continuidad en ciertas políticas… derivadas del ANMEB», pues no hubo cambios durante el periodo de Ernesto Zedillo (1994-2000) y casi todo el gobierno de Vicente Fox (2000-2006), cuando la experiencia mostraba que en las décadas de los setenta y los ochenta los cambios eran la moneda de uso corriente.
En los últimos meses de la gestión de Fox aparece la Reforma Educativa 2006, que introduce las competencias e intenta abordar los temas relativos al ingreso y la promoción docente, con buenas ideas pero muchos titubeos. Preescolar había comenzado su reforma antes y primarias apenas era proyecto, por lo que aparece la Reforma 2011 para integrar la educación básica, como había ocurrido en 1993.
La reforma que se discutió en México y los estados desde agosto de 2002, contemplaba una amplia visión de cambios en varios aspectos que tocaban lo laboral, pero se redujo a la reforma 2006 por competencias para secundaria. Ese tema de corte laboral lo vuelve a discutir el gobierno de Calderón, pero su temor a las elecciones hizo que se quedara guardado para el mandatario siguiente, que sería Enrique Peña y quien, a tan sólo 10 días de tomar posesión, anunció una revolución educativa bajo los auspicios de la OCDE que fue laboral-administrativa, disimulada constitucionalmente, y que acabó con las propuestas discrecionales SEV-SNTE a partir de junio de 2014. En el 2017 se dio a conocer un Plan y programas de estudio que resultó un desastre desde el principio.
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