El miércoles 13 del presente mes, en el Salón audiovisual del Cobaev No. 35 de esta capital veracruzana, tuve la oportunidad de escuchar la conferencia de un viejo amigo egresado de la escuela Normal Rural de Perote en 1968 como profesor de educación primaria. Su nombre es Nazario Bustos García y es hoy un connotado catedrático en prestigiadas universidades de Japón.
Recién egresado de la escuela Normal estudió la preparatoria en Misantla e ingresó a las facultades de Idiomas y de Psicología de la UV cuando trabajaba en Vaquería y Coatepec. Una beca del gobierno japonés le permite estudiar la maestría en psicología en Osaka e Hiroshima y en 1985 recibe la invitación para estudiar el doctorado en la universidad de Tsukuba, en la exclusivísima Ciudad Científica de Japón.
El doctor Nazario Bustos García nos explica que la cultura del pueblo debe aspirar a obtener una calidad de vida que se refleje en lo que hace, lo que piensa y lo que produce. Pero para llegar a esos niveles es necesario comenzar de 0, desde el nacimiento mismo de los futuros ciudadanos, junto a los adultos que aspiren a un profundo cambio social.
Desde el Foro Económico Internacional (WEF), y el Center for the Fourth Industrial Revolution of Japan, advertimos que Japón no piensa en la Sociedad 4.0, que el primer mundo desentraña con mucha información dispersa, mal organizada, según cada región o país como Europa, China, Rusia. Piensa en un momento más avanzado: la Sociedad 5.0.
La sociedad 5.0 es súper inteligente, con una visión del paso en la evolución de la humanidad, donde predomina la imaginación y el cuestionamiento sobre ¿qué hay, qué viene? Una sociedad que requiere creatividad, formar un pensamiento que construya, de lo conocido, cosas distintas. Una mente nueva para una sociedad nueva, con un pensamiento flexible y abierto a la imaginación, novedad, creatividad. Con seres humanos que aspiren a ser mejores.
La sociedad 5.0 debe estar libre de ansiedad. También libre de ignorancia, que es el factor que enferma a una sociedad. Ignorancia más dinero es igual a corrupción. La ignorancia social conforma el patrón cultural enfermizo a través del cual se interpreta la vida y la forma de vivir. Para cambiar este camino está la educación. A Japón le ha permitido ser lo que es.
Educar es tarea de todos. La educación japonesa inicia a los cero años, con el nacimiento. Se les enseña poco a poco a valerse por sí mismos, a ser solidarios con los demás, cooperativos, y a procurar el cuidado del otro. Disciplina y cooperación son fundamentales. En todo momento los padres tienen voz y voto, pero también mucha responsabilidad. Los niños limpian el lugar donde trabajan y estudian, especialmente los baños.
La comida escolar debe ser nutritiva, con un buen balance nutricional. Los uniformes escolares los usan en secundaria y preparatoria para buscar igualar condiciones sociales y tener un mayor control disciplinario por motivos de la edad. El ambiente es altamente competitivo aunque las evaluaciones inician en el cuarto grado de primaria. Para ser profesor se deben superar cuatro exámenes y una entrevista, y cada diez años hay que renovar la licencia para ejercer. Los maestros deben ser lo mejor, y los padres una base sólida.
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