Gilberto Nieto Aguilar
La vida suele presentarse como una serie de actos repetitivos, ciclos que se abren y se cierran, aspiraciones que se logran o se frustran, opciones que se muestran y se escogen o rechazan, encrucijadas donde se debe tomar una decisión, oportunidades de vida que llegan y no se comprenden y, por ende, se pierden valiosas coyunturas que pueden darle un giro a nuestras vidas.
La vida, en la mayoría de los casos, es una interesante progresión de hechos aleatorios, improvisados, imprevisibles, que siguen la cadencia que le imprime cada persona, ya sean amantes de la vida, del amor, del trabajo, del estudio, optimistas, románticos, pesimistas, políticos, científicos, profesionistas, artesanos, emprendedores, empleados, religiosos, agnósticos, ateos, rutinarios, resentidos, y mil etcéteras casi imposibles de acotar.
El mundo en la vida es igualmente diversidad, variedad, exuberancia y, en ocasiones, infecundo. Es un ritmo que nos gusta, el tintineo suave y dulce de un manantial, el amanecer que nos conmueve, la sonrisa y el llanto de un niño, un nacimiento o un funeral, la fábrica, la cosecha, el dinero que alimenta y viste, la escuela que reprime y enseña, la ciencia que nos deslumbra, las costumbres, las tradiciones, los mitos, las leyendas, las religiones, los fanatismos, los extremismos, la gratitud, el entusiasmo y el amor en mil formas presente.
Para algunos la vida es muy hermosa. Otros la sufren y la llenan de angustias e indecisiones. Cada quien obtiene, conforme crece y madura, una interpretación peculiar de la vida. Claro está que el ambiente, el escenario en que cada quien se desenvuelve, es un gran educador. Las células espejo hacen muy bien su trabajo y nos llevan sin apenas percatarnos por la gran rúa humana amoldando nuestros gustos, aspiraciones y formas de pensar.
El mundo en lo colectivo cambia y nos lleva entre la turba a hombros de los gigantes que mueven las cosas, que dictan la moda, inundan los hogares y los bolsillos de tecnología, señalan formas de ser, de pensar, de hacer. La evolución general de la humanidad todavía vive fases oscuras, aunque ha avanzado en varios renglones de su desarrollo, por ejemplo, en lo referente a la igualdad racial y de género. Hace apenas unos años, algunas personas podían ir a la cárcel por sus preferencias sexuales. La mujer ha logrado superarse, pero todavía sufre en muchas partes del mundo una segregación y discriminación por el hecho de ser mujer.
Hoy somos víctimas de la posverdad, eso que la Real Academia de la Lengua Española define como la «distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales». O las Fake News que dan información manipulada al servicio de ciertos fines, proporcionan información insuficiente u omiten detalles clave para evitar la comprensión plena y clara de un hecho.
Tal vez la trayectoria progresiva de la humanidad, vista a través de los últimos siglos, aunque lenta, puede pensarse que va en la dirección adecuada. Son tantas las diferencias de una región geográfica a otra, que cualquier avance tiene que ser lento. Además, nadie tiene la primacía de la verdad. Oriente, Occidente, el Mundo Islámico, los diversos socialismos, los diferentes capitalismos, los avances tecnológicos, la ciencia que evoluciona y cambia…
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