Las parejas que tienen más de treinta años de compartir sus vidas y han procreado hijos, seguramente se preguntarán cómo se relacionan los chicos de hoy. La Era Digital ha transformado la manera en que se relacionan y establecen idilios a largo plazo que puede preocupar a las parejas mayores cuando se trata de los nietos, hijos o familia cercana.
La forma en que los jóvenes se enamoran hoy en día está influenciado por una gran cantidad de factores culturales, sociales y asociados a los medios y las redes sociales, que les hace enfrentar desafíos únicos al construir relaciones a largo plazo. Además, tienen una gran flexibilidad de pensamiento y no asumen los prejuicios y tabúes del “ayer”
En lugar de recurrir a aquella frase tan común de los abuelos y demás antecesores que aseguraba que “todo tiempo pasado fue mejor”, conviene identificar algunas tendencias y características que ponen en duda la veracidad de esta expresión, pues lo que realmente ocurre es que cada tiempo es distinto y muchas personas mayores no entienden, ni se adaptan, ni aceptan las nuevas formas que imperan en la actualidad.
Es común escuchar que los jóvenes son inestables, que sus relaciones son poco duraderas, que no se detienen a pensar qué es lo que buscan en el matrimonio y, los que lo hacen, suelen preferir permanecer solteros, sin compromisos. Generalmente no quieren más de un hijo o dos, y a veces ninguno. Aquella frase de “los hijos que Dios nos dé” quedó sepultada en el pasado, lo que nos revela que hay nuevos conceptos en el panorama social de las familias.
Da la impresión de que tienen dificultades para establecer límites saludables en sus relaciones, generando de manera constante conflictos y resentimientos que se vuelven difíciles de superar con el tiempo. Los jóvenes tienen distracciones continuas con las redes sociales. Los celulares son una fuente frecuente de estímulos que deben aprender a regular para sujetar la permanente sensación de que siempre hay “algo mejor” allá afuera y les dificulta la concentración en su vida presente y en una sola relación.
El desarrollo de las habilidades sociales, basado en una interacción digital profusa e imprecisa, al practicar la convivencia presencial, de persona a persona, deben enfrentar la empatía, la escucha activa, las diferencias de carácter, las discrepancias de opinión, uno a uno, frente a frente, hasta comprender la manera en que cada quien resuelve los pequeños o grandes detalles que a diario se presentan y disuelven para incrementar el chispazo de la “química” de la atracción visual y perceptiva.
Los jóvenes se relacionan con una gran rapidez y tienen menos tabúes en el trato, aunque parezca que sus relaciones son más ligeras y menos profundas. La necesidad de sentirse comprendidos, valorados y apoyados sigue siendo fundamental en el enamoramiento. A esto le agregamos que hoy existe una mayor aceptación y visibilidad de la diversidad sexual que ha permitido que los jóvenes LGBTQ+ puedan vivir sus relaciones de manera más abierta y sin miedo al juicio de los demás.
La comunicación presencial, ese intercambio de miradas, gestos, tonos de voz y el simple hecho de compartir un espacio físico, sigue siendo un pilar fundamental en las relaciones humanas. A pesar de la creciente digitalización y la comodidad de las comunicaciones virtuales, el contacto cara a cara ofrece una riqueza y profundidad que ninguna plataforma digital puede replicar. La falta de contacto físico y lenguaje corporal puede crear una intimidad ficticia, lo que puede ser preocupante para los padres. La adicción a las redes sociales se ha comprobado que interfiere con otras áreas de la vida como el trabajo, los estudios, las relaciones sociales y el bienestar emocional. Lo mismo ocurre con la intimidad de pareja.
gnietoa@hotmail.com
|
|