Gilberto Nieto Aguilar
Así como se cultivaron ricas formas de enseñanza en Grecia, Roma y el Oriente antiguo basadas casi siempre en la religión, la milicia y la tradición, durante la Edad Media en Europa siguieron una lenta evolución. Lo mismo ocurría en la América anterior a la conquista, en la que se desarrollaron complejos sistemas educativos en las culturas mexica y maya, por citar las más importantes. En la línea del tiempo, estaríamos hablando de la Baja Edad Media europea al mismo tiempo que de las culturas americanas.
Las principales fuentes de información fueron los frailes evangelizadores y los indígenas que colaboraban con ellos o que redactaban sus propias crónicas, pues la mayor parte de las fuentes precolombinas fueron destruidas por los conquistadores (Ovidia Rojas C., La educación entre los aztecas, Ethos educativo, 33/34, 2005). Los religiosos españoles inquirían sobre las costumbres precolombinas, las distinciones de clase y de género en los procesos de enseñanza. Por desgracia, las indagaciones se concentraron entre los nahuas del centro de México. (Historia mínima de la educación en México, Dorothy Tank de Estrada, Coordinadora, El Colegio de México, 2010).
Entre los aztecas, la educación que les daban a los niños iniciaba prácticamente el día de su nacimiento, pues al nacer, los padres y los sacerdotes pronunciaban largos discursos profetizando sus destinos. Los niños eran considerados como “pequeños adultos” y apreciados por sus padres como “joyas o plumas preciosas” (históricas, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM). Los métodos de enseñanza se basaban en el consejo, el convencimiento y la persuasión, pero utilizaban castigos severos.
Al crecer ayudaban a sus padres en los quehaceres de la casa, según el sexo del infante. Las artes y oficios se transmitían de padres a hijos y entre los 9 y 12 años “eran enviados a escuelas especializadas en donde fortalecían sus cuerpos y espíritus” (UNAM, Op. Cit.) En Tenochtitlan había dos tipos de institución para los varones, destinadas a la educación: el Telpochcalli, para muchachos del pueblo, ubicados en distintos barrios, y el Calmécac, centro náhualt de educación superior para los hijos de la nobleza.
En el Telpochcalli se educaba para desempeñarse en las obras públicas como la construcción de edificios y canales, la labranza de la tierra y la guerra, y egresaban alrededor de los 20 años para formar un matrimonio. En el Calmécac, se aprendían buenos hábitos, deberes y ejercicios religiosos para un
comportamiento correcto. Era la élite religiosa y de líderes políticos y militares. Por excepción podían asistir niños del pueblo si mostraban aptitudes sobresalientes.
En el Calmécac se leían e interpretaban manuscritos y códices que mezclaban pictogramas, ideogramas y signos fonéticos. Aprendían sobre historia, genealogía, religión y administración; el cómputo del calendario y los calendarios adivinatorio y agrícola-religioso. Astronomía, botánica, herbolaria, adiestramiento en las artes e instrucción sobre sus deberes como miembros de la comunidad. La educación de la mujer era impartida por una sacerdotisa que enseñaba artes domésticas y religión, y un código de conducta muy rígido que era severamente punitivo ante una transgresión.
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