No, no es una referencia a esa hermosa melodía del grupo italiano Ricchie e Poveri de agradable recuerdo. Es más bien un intento de entender que el mundo creado por el hombre resulta inasible para un solo individuo porque es multicomprensible. Lo mismo ocurre con el mundo natural. Las interpretaciones suelen ser variadas y hasta contradictorias, como en Oriente y Occidente. Falta una visión holística que lo una y lo comparta todo.
Vivimos en un mundo real sin que seamos capaces de definir lo que es la realidad. En un mundo loco lleno de gente extraña que busca alcanzar la felicidad, pero que hace lo contrario bajo la fuerza de un instinto que no puede dominar. Decimos que vivimos en tres dimensiones, una de las cuales es el espacio-tiempo, pero no lo sabemos precisar. Y aun alguien afirma que existen otras más.
Suceden cosas en forma paralela o simultánea. Pero algunas son casualidades que existen dentro de nuestros patrones de comportamiento; y otras son sincronicidades que existen en patrones distintos que se rigen por las matemáticas de la Teoría del Caos. ¿Cuál es la realidad y cuál es la ilusión? (Mariano Merino).
Al darte cuenta de que nada existe independientemente, ni los átomos, ni las personas, ni las culturas…, brota un hilo conductor y unificador. Mi bienestar está relacionado con tu bienestar; mi sufrimiento, con tu sufrimiento. Pretender buscar mi felicidad y mi seguridad como si yo fuera el único sobre el Planeta, es una tontería. De esta sabiduría viene el altruismo, y ahí es donde la ciencia se separa, ya no avanza, porque no se vincula con el siguiente pensamiento. (Alan Wallace).
Sucede que con el paso de las generaciones se incluyen patrones, actitudes y formas de reaccionar que se incorporan a la herencia genética. La economía es una de ellas, para entender que “el honesto y el perverso son dueños por igual del universo, aunque tengan distinto parecer” (Alberto Cortez). O como brújula descompuesta, hace anteponer el valor económico a las cosas sutiles de la vida.
Este es un mundo lleno de extraños que prefieren huir antes que luchar, que prefieren rendirse sin exigirse el esfuerzo de pensar, de probar si sus ideas funcionan. Gentes que buscan un gobierno que los salve, no que los hunda en la ignominia. Un mundo de gente loca que vive como si nunca fuera a morir, como si su salud fuera indestructible, haciendo todo aquello que de antemano saben que les dañará y les hará envejecer sin calidad de vida fisiológica, mental y espiritual.
Un mundo donde el hombre, a pesar de que no contribuye consigo mismo, no quiere envejecer y le teme a la muerte, aunque sabe que son parte ineludible de la vida. Crean un mundo triste que prefiere mirar hacia otro lado antes que actuar, en un mundo de mentiras que encubre verdades que lastiman, para luego culpar a los demás.
Vivimos en un mundo de locuras que son difíciles de entender y aceptar. En un mundo lleno de gente que desea cambiar la forma de pensar de los demás, pero que no quiere cambiar sus propias ideas, aunque en el fondo no esté de acuerdo con ellas. Por eso voltean a ver y compartir el mundo de las banalidades fútiles, donde no hay que pensar, esforzarse, comparar, distinguir, ni siquiera soñar.
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