Gilberto Nieto Aguilar
Es increíble la cantidad de versiones de vida que se viven allá afuera, en las calles, en las grandes ciudades, en todas partes del planeta, en los mundos de cada quien. Se vive y se disfruta, se sufre y se angustia, se supera o se queda en la inmensa nebulosidad de la mediocridad de quienes no se permiten ser «ellos» en este mundo global, por voluntad propia, y se dejan a los azares del destino, como las hojas al viento.
Dijo Carlos Marx que cada quien es lo que quiere ser, pero bajo circunstancias que no puede prever. Cada quien propone, pero tal vez las circunstancias (lo que está fuera del deseo, de la decisión, del intento) no se prestan o no existen los medios para lograrlo. El intenso entramado humano crea diversas condiciones que pueden favorecer o entorpecer el desarrollo individual de las personas. Y además cada país, en su forma de gobierno, crea las oportunidades para el desarrollo humano de la población.
Todo esto es muy complejo y no se alinea por el simple gusto, por el simple deseo. Tienen que moverse fuerzas que abran los espacios, que creen las condiciones, que lleven el impulso de una decisión inteligente, de una motivación para el logro, de una visión de vida, según los intereses y posibilidades de cada quien. Todos los minutos cuentan, todas las acciones, los pensamientos, los alicientes, lo que se aprende de la vida, lo que se estudia, la organización de la mente y las expectativas, la resiliencia, la fortaleza y claridad de metas. Todo.
La neurociencia nos enseña, por ejemplo, que las neuronas llamadas «espejo» (S. Catuara, 2018) nos ayudan con el aprendizaje sobre los demás, la imitación y la empatía, constituyendo una base celular y neuroanatómica para comprender la interacción social, la empatía y la interpretación con los demás. Hay muchos jóvenes que deciden una profesión o una forma de vida basada en la de sus padres, en algún modelo que admiran, lo que está de moda, y no lo que realmente les gusta.
La mente de los niños y jóvenes, conforme sus vivencias, van conformando el orden de las cosas en su cerebro; y van creando su propio mundo, a través del cual interpretarán lo que les rodea. La flexibilidad para analizar y comprender eso que les circunda, les ofrece más posibilidades a unos que a otros. Es un fascinante viaje desde los sentidos hasta el cerebro, y viceversa. La percepción constituye la ventana al mundo.
En algún momento, los adolescentes inician la búsqueda del yo, la identificación propia, lo que les gustaría ser y hacer el resto de su existencia. Algunos prodigiosamente lo hacen antes, otros llegan a adultos sin lograrlo. Pero comienzan a encaminarse hacia ese ideal todavía imperfecto. Así definen su estilo de vida, en diversos grados, los empresarios, los hacendados, los comerciantes, los cantantes, los deportistas, los investigadores, los escritores, los profesionistas libres, los empleados, los asalariados de gobierno, los indigentes que no encontraron o perdieron su oportunidad.
La forma en que se toman estas decisiones es un misterio. Pero las circunstancias, la reflexión y adaptación al entorno, el placer y la recompensa, el interés, la motivación, un ideal, la resiliencia ante las pérdidas y los fracasos, juegan un papel secundario muy importante. El papel principal lo tiene la persona. Piensen en genios como Albert Einstein. En deportistas como Michael Jordan y Hugo Sánchez. En cantautores como Bob Dylan y Juan Gabriel. En escritores como García Márquez, Octavio Paz, Annie Ernaux. Todos tuvieron, en algún momento, que definir su destino.
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