Trabajando sobre un diplomado propuesto por la SEP titulado “Vida saludable”, —muy acorde a los tiempos de pandemia que se viven no solo en México, si no en el mundo entero—, el segundo módulo trató sobre la salud mental. A pesar de que muchos mitos creados por las redes sociales se han destruido con la convivencia moderada, hay que seguirse cuidando y formar hábitos con las recomendaciones de salud. La palabra “moderación” es la clave en este asunto.
Mucho se ha hablado desde hace meses de los efectos perniciosos del confinamiento en el estado mental tanto de niños y adultos, de las parejas, como de la familia en general. Tales efectos oscilan desde el insomnio o la dificultad para conciliar el sueño, la ansiedad, el estrés, la angustia repentina y sin motivo aparente, la depresión, la violencia. En el caso de la familia, la violencia intrafamiliar aparece continuamente en los medios. Quizá influye la falta de convivencia hogareña del cónyuge que labora fuera de casa la mayor parte del día. Con la pandemia, la convivencia diaria “aflora los defectos” de la pareja, la necesidad de ver “otras caras” y vaya usted a saber qué más haya de fondo en cada caso.
Disculpen el ejemplo campirano, pero imaginemos que la mente es como un caballo. Obedece a la rienda que se encuentra generalmente en el cuello del animal y que al tomarla en nuestras manos nos permite su control. Un caballo desbocado es peligroso y más si no hemos aprendido a manejar esa rienda que le puede poner freno a sus arrebatos o a sobrellevarlo en casos de peligro o de experiencias nuevas. Hay que manejar la rienda con gracia y firmeza, y hablarle bonito al caballo. Muy parecido es el equilibrio mental de una persona, que cuando se rompe por falta de capacidad para controlar las emociones o por razones neurofisiológicas, llegará incluso a necesitar la ayuda de un especialista, psicoterapeuta o psiquiatra.
El “Quédate en casa” vino a poner de manifiesto la fragilidad mental de muchas personas, en sí mismas o en su convivencia con los demás en casa. Por eso resulta tan agradable escuchar algún testimonio que nos dice que encontró en estos días un remanso de paz con su familia y que se propició un reencuentro de intereses, aficiones y amor. Felicitaciones a estas personas, pues son un digno ejemplo a seguir.
Comprender y cultivar el apego, la resiliencia, el autocuidado, la asertividad, el cuidado del otro, la actitud positiva ante condiciones diferentes, la adaptación positiva, la amabilidad, así como la capacidad para detectar conductas
adictivas perniciosas y degradantes, son actitudes que pueden ayudar a tolerar el desgaste que ocasiona el “aislamiento voluntario” que impuso la pandemia. Están en la rienda que controla al caballo vigoroso.
Emociones provocadas por el temor de lo que pasa afuera, el duelo por un familiar cercano, la pérdida de amigos y conocidos, las secuelas que deja el Covid 19, las exageraciones de las redes sociales, provocan una crisis de estrés y angustia. Afortunadamente, la vacuna y los mitos que se han roto en las últimas siete semanas, está cambiando la mentalidad de muchos, sin que por eso descuiden los cuidados sanitarios de prevención y protección. Nos va la vida en ello.
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