Gilberto Nieto Aguilar
El feminismo se define como la defensa de los derechos de la mujer sobre la base del «principio de igualdad de derechos entre el hombre y la mujer». Esta ha sido una lucha larga de al menos dos siglos de manera formal y continuada. Esta demanda social ha girado sobre las restricciones para su desarrollo personal, la libertad sexual, decisión sobre su cuerpo, igualdad laboral y salarial, normas claras de género, seguridad jurídica en la violencia doméstica y el abuso sexual.
Esa desigualdad y exclusión para la población femenina ha existido por siglos, pero en la Ilustración y la Revolución francesa con los Derechos del Hombre y del Ciudadano, así como las nuevas particularidades propiciadas por la Revolución Industrial, finalmente fueron modificando los límites que permitieron ventilar públicamente las condiciones familiares, sociales, laborales y culturales de las mujeres desde el enfoque de los derechos humanos.
A fines del Siglo XVI María Lejars publica “La igualdad de los hombres y las mujeres”. En 1731 Mary Astell escribe mucho y hace una demanda para «el mejoramiento de los verdaderos y más grandes intereses de la mujeres». En 1792 Mary Wollstoncraft, hija de un padre brutal que despilfarraba su fortuna, tuvo que ganarse la vida desde los 17 años y con su clara inteligencia escribió “Vindicación de los derechos de la mujer” como en uno de los manifiestos más radicales de la historia.
Hacia mediados del siglo XIX las voces femeninas se escucharon en su reclamo de alcanzar una vida de respeto y mejores condiciones. El debate se centraba en reformar la legislación para equiparar los derechos de hombres y mujeres en el acceso a la educación y a ciertas profesiones, en el ámbito laboral, patrimonial, y de participación en la vida política para conseguir el derecho al voto y a ser votada. (Harriet Dyer, “El pequeño libro del feminismo”, Ed. Planeta, Barcelona, 2018)
En la página digital de “UN, Human Rights”, las Naciones Unidas se comprometen a trabajar con los gobiernos de los países, instituciones de derechos humanos, la sociedad civil y organismos interesados, sobre los siguientes temas: reformar las leyes y políticas discriminatorias en el derecho internacional, transformar las normas sociales discriminatorias y los estereotipos de género dañinos, eliminar la violencia de género, garantizar el disfrute de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, proteger los espacios de las mujeres defensoras de derechos humanos y de
los movimientos feministas, facilitar la participación igualitaria en los espacios del hacer humanos en la sociedad, la política, el mundo laboral y económico.
En México, la mujer ejerció el voto por primera vez el 3 de julio de 1955, hecho que abrió el reconocimiento de sus derechos. Personalmente considero incomprensible esta historia de discriminación y desigualdad. Y, si por naturaleza no somos iguales, ¡Viva la diferencia! En cambio somos complementarios, un hecho que enriquece la vida, independientemente de las preferencias que hombres o mujeres puedan tener sobre sí mismos, su cuerpo y las relaciones con los demás.
A instancias de la ONU, desde 1975, cada 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer. Y aunque es cierto que en muchos países del mundo hay bastante por hacer, debemos reconoce que nuestra cultura machista es cada vez más consciente de que la mujer ha transformado su papel en todos los espacios existentes, y hay que darle paso para que esta sociedad sea cada vez más igualitaria.
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