Desde la neurobiología del lenguaje, J. M. Ureña Bares y E. Ureña Bares (“El cerebro locuaz”, Colección de Neurociencia y psicología, Emse Edapp, Barcelona, 2019) nos señalan que el lenguaje es una capacidad humana importante en cuanto es una formidable herramienta para facilitar la comunicación entre las personas. Con el lenguaje se compartirán conocimientos, emociones, ideas y se desarrollará una cultura para el progreso de la civilización.
La importancia del lenguaje es innegable. A diferencia de las otras especies, los sonidos que emite el ser humano necesitan de estructuras anatómicas como la cavidad nasal, cavidad oral, lengua, faringe y laringe. El aire que sale de los pulmones hace su trabajo sobre las cuerdas vocales provocando vibraciones que se convierten en el sonido que ha dado lugar a las palabras. (p. 69, op. cit.)
Ni siquiera los simios, como parientes más cercanos en el árbol genealógico, logran hablar. El aparato fonético humano se conecta al cerebro y hace posible la maravilla de las lenguas y la comunicación. Existen diversos especialistas que han estudiado el lenguaje en todas sus formas. Por ejemplo, el psicólogo ruso Lev Vygotsky analizó su papel fundamental en el desarrollo de las personas, quienes con la interacción social adquieren conocimientos y aprenden a pensar en formas cada vez más complejas.
El lingüista norteamericano Noam Chomsky afirma que tenemos un cerebro preparado, a nivel anatómico y genético, para el uso del lenguaje. Eso permite que los bebés nazcan con la capacidad innata para aprender la lengua de las personas con quienes viven los primeros años. Para Umberto Eco el lenguaje es un sistema de signos y símbolos que nos permite comunicarnos y construir significados, y su función es fundamental para la sociedad, la cultura y el progreso.
El lenguaje nos permite manifestar lo que somos e identificarnos con los demás. El cerebro procesa la información externa en función de las vivencias de cada quien, pues lo que decimos y cómo lo decimos refleja los valores y la experiencia propia, de la familia y la comunidad a la que pertenecemos. Es la manifestación externa de nuestro interior. Si nos descuidamos, también puede tener un uso tendencioso y ser utilizado para engañar, manipular y controlar a las personas.
En la Editorial de la revista “Rúbrica”, de la UNAM, No. 80, mayo de 2016, se refiere a la comunicación como un fenómeno bastante curioso que atraviesa nuestras vidas desde el nacimiento, sirve para relacionarnos con los demás e incluso trasciende nuestra existencia. Los sonidos que escuchamos en el vientre materno y en los primeros meses de nacidos, de alguna manera condicionan nuestra forma de ver el mundo, pues son el primer enlace de lenguaje y comunicación con el entorno inmediato a través de nuestra madre y de quienes procuran nuestra crianza.
Los resultados psicológicos, cognoscitivos y sociales del uso del lenguaje son inapreciables pues se extienden al hacer, conocer, formas de ser y manifestarse de los seres humanos. Diversos científicos y estudiosos sobre la evolución humana han planteado que la aparición del Homo Sapiens como ser pensante, está estrechamente ligada con usos avanzados del lenguaje y de ahí su evolución progresiva.
Vivimos en plena “Era de la comunicación” o “Era del conocimiento”, en la que es posible conocer qué ocurre en cualquier parte del mundo en tiempo real, así como comunicarse con quien se quiera sin importar la distancia y desde cualquier lugar del planeta que tenga señal, y acceder al conocimiento de manera casi ilimitada, lo que representa un progreso considerable para la humanidad.
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