Este cuarto artículo consecutivo basado en Peter Watson, “Ideas. Historia intelectual de la humanidad”, Ed. Crítica, Barcelona, 2010 ─siguiendo el desarrollo de las ideas sobre la naturaleza humana─, mencionaremos que, desde la fundación del Laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge, Inglaterra (1873), dicho laboratorio ha sido responsable de varios avances innovadores y trascendentales que movieron al mundo: el descubrimiento del argón (1894), del electrón (1897), de los isótopos de los elementos ligeros de la tabla periódica (1919), la división del átomo (1919); el descubrimiento del protón (1920), del neutrón (1932), la revelación de la estructura del ADN (1953), el descubrimiento de los púlsares (1967).
Desde la creación del Premio Nobel en 1901, más de veinte científicos de este laboratorio o formados en esta institución, lo han ganado en física o química, y han continuado influyendo al mundo en áreas como la superconductividad (Brian Pippard), microscopía electrónica de alto voltaje, radioastronomía (Martin Ryle y Antony Hewish) con radiotelescopios basados en el Observatorio Radioastronómico Mullard (la liga es de Cambridge y el laboratorio: https://www.phy.cam.ac.uk/ ).
Desde el inicio de su libro (1,420 páginas), el autor afirma, según su opinión, que las tres ideas más influyentes en el curso de la historia humana han sido el alma, las ideas en lo que ha sido Europa y la realización de los experimentos. El progreso material humano ─medicina, transporte, industria y comunicación─, trae consigo libertades sociales, políticas, nuevos estilos de vida y maneras de pensar. Estas ventajas son fruto de innovaciones científicas, basadas en la observación, la experimentación y la deducción, en forma independiente y racional.
La idea de Dios ha sido una concepción poderosísima a lo largo de la historia, y continúa siéndolo en gran parte del mundo. A pesar de que la idea de «alma» enriqueció inmensamente las mentes de los seres humanos durante muchos siglos, también es cierto que el clero mantuvo a raya el pensamiento y la libertad, que obstaculizó y retrasó el progreso, manteniendo al pueblo en la ignorancia.
En la ruta hacia la idea moderna del «yo», hubo una larga transición del alma a la mente y el cerebro, como lugar del yo esencial, con todas las concepciones de los grandes pensadores desde la Grecia clásica hasta los grandes intelectuales del siglo XVII. La transición del mundo del alma (incluida la otra vida) al mundo del experimento (el aquí y ahora), ocurrió de forma muy profunda en Europa, y es lo que mejor describe la diferencia entre el mundo antiguo y el mundo moderno. Señala el cambio intelectual más importante de la historia.
Quizá el alma se asocia con la vida interior, con la tendencia a la «introspección», a un encuentro más allá de la conciencia, un esfuerzo continuo y recurrente por buscar la verdad en las profundidades del ser. En el supuesto de que ningún invento ha tenido más importancia para el progreso humano que la escritura, nos quedamos con la idea (Watson) de que estas tendencias de buscar en el yo interior tal vez sean más antiguas de lo que suponemos y que en Persia, Palestina, India, China, Egipto, Gracia, hayan surgido estas manifestaciones de diversas maneras entre los siglos VII y IV a. C. o incluso antes.
gnietoa@hotmail.com
|
|