Siguiendo el capítulo 26 del citado libro de Peter Watson, “Ideas. Historia intelectual de la humanidad”, pp.835 a la 871, podemos suponer que desde el Renacimiento, algunas mentes preclaras comenzaron a considerar que el universo está gobernado por leyes en cierta forma simples, como lo entendieron Copérnico, Descartes, Newton, Leibniz, Lavoisier, Linneo, Darwin y muchos otros más.
La trilogía de ciencia-razón-religión fue muy complicada de establecer, pues generalmente estaban contrapuestos sus conceptos. Más complejo fue elaborar acuerdos para interpretar alma-mente dentro de esta trilogía, en un intento de definir la naturaleza humana. Voltaire pensaba que la ciencia había demostrado que el universo estaba gobernado por leyes naturales, que lo mismo ocurría con los países, reinos o naciones y que esto otorgaba a los hombres ciertos «derechos naturales».
Estaba convencido de que algún día se reemplazarían las ideas religiosas por nociones científicas y que el hombre dejaría de pensar que expiaba el pecado original. La naturaleza humana también debía estar gobernada por leyes naturales, simples y cognoscibles. Comentaba que Locke (1632-1704) había esclarecido al hombre la razón humana, como un excelente anatomista explicaría los resortes del cuerpo humano.
Locke había escrito en 1690 su “Ensayo sobre el entendimiento humano” en donde reemplazaba la palabra «alma» por la palabra «mente» y se refería a la experiencia como fuente de las ideas, considerando el albedrío como la capacidad de elegir en un proceso de la mente a través de la reflexión y las sensaciones que recibía. Sin embargo, fueron muchos los que negaron la degradación del concepto de alma y las conceptualizaciones como producto de los debates se tornaron muy confusas.
A. Arnauld y P. Nicole publicaron en 1662 “La lógica o el arte de pensar” que propició el nacimiento de la lógica moderna en la idea del buen uso de «la lógica, la razón y la vida» sosteniendo que es más importante poseer una mente estructurada y lógica, capaz de razonar y pensar con lucidez en diferentes circunstancias de la vida, que poseer una gran memoria y un conocimiento enciclopédico pero dogmático.
Malebranche (1638-1715) consideraba que Dios actuaba a través del alma para crear las ideas innatas y la motivación. Según Mendelssohn, el alma era lo que predisponía al hombre a la alta cultura y lo separaba de los animales. La lucha de
la psicología para desprenderse de la noción de alma tardó tiempo, de la misma manera que le llevó un lento proceso separarse de la filosofía.
Kant trató de distinguirlas, pues buscó la diferencia esencial entre el conocimiento científico y la filosofía como pensamiento crítico y cuestionador, y por otro lado entre la ciencia en sentido estricto y el conocimiento pragmático. Se interesó por la naturaleza humana a la que definió como «el arte de juzgar lo que hay dentro del hombre, trátese de su forma de sentir o de pensar, a partir de su forma visible y, por tanto, desde su exterior» (op. cit. p. 847).
Estas ideas de alguna manera definen la Ilustración, pues como Roger Smith puntualiza en su “Historia de las ciencias humanas”: «Buscar referencias a la naturaleza humana en el siglo XVIII es un poco como buscar referencias a Dios en la Biblia: es el tema alrededor del cual giran todos los demás» (Ibid.) Estos temas se pusieron de moda a finales del siglo XVII. El obispo de Durham pronunciaba discursos sobre la naturaleza humana en 1720; y en 1739 David Hume publicó su “Tratado de la naturaleza humana”. Como dijo Gabriel B. de Mably: «Estudiar al hombre como es, para poder enseñarle a convertirse en lo que debe ser».
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