La especulación siempre ha gustado al hombre. Predecir o suponer algún suceso o el hilo de algún acontecimiento, no escapa al ejercicio de la imaginación que con un poco de sentido común, conocimiento del medio, sustancia del hecho y contenidos que trata, se puede emitir un atinado diagnóstico al respecto.
Las predicciones son un juego de la política que ocupa un espacio importante en el tablero de los supuestos, pues los movimientos de las piezas, guiadas por analistas avezados, permite al público un seguimiento y la inclusión de sus propios supuestos, entremezclados con deseos e intereses preferenciales.
Los actuantes que están en el pasado siendo agentes del presente, que soslayan proyectar su mente hacia el futuro con todo el bagaje de experiencia vivida aplicada al aquí y ahora, pueden constituirse en una paradoja de la predestinación. Se acobardan, se achican, o bien se sobreestiman, se sobrevaloran.
Entonces se convierten en la crónica de un suceso anunciado por las evidencias y las variables que denotan, las cuales manejadas por un sagaz observador analítico, significa suponer anticipadamente el destino que le espera a una persona o cosa, una organización o un gobierno.
Los tiempos son cambiantes dice Edgar Morin, para quien lo único seguro, y en lo cual debemos movernos, es la incertidumbre. Sin embargo, los analistas sociales cuentan con evidencias que les permite especular posibilidades de éxito o fracaso en el evento de una persona, grupo u organización social, ya sean acontecimientos sociales, elecciones, empresas nuevas, designaciones, deportes, proyectos, derroteros futuros o acciones de gobierno, etcétera.
De esta forma, la opinión predictiva se reduce a lo muy evidente, a lo que cuenta con suficientes elementos para evaluar y estimar un posible resultado. O en otros casos, más complejos y reactivos, quedan sujetos a lo impredecible, a las jugadas maestras, a la visión profunda de las circunstancias, a las estrategias que prevén cómo mover las piezas que dependen de voluntades ajenas sin violentarlas, a decisiones estudiadas y bien fundadas, todo ello con el margen de error correspondiente.
La crónica de un suceso anunciado es el tipo de predicción que el destino concreta como anterior a algo, por efecto de algo, como resultado de algo, que fatal o afortunadamente, según el caso, se estima que sucederá. Su grado de
vulnerabilidad debe ser evidente si está condenado al fracaso. O su fuerza y solvencia indiscutible para augurar un triunfo inobjetable, sin olvidar en ningún momento lo sorpresivo que afirma Edgar Morin sobre estos tiempos de incertidumbre.
En la política y los eventos sociales (lo más común en los medios), es difícil acotar las distancias entre el “puede ser” y el “es”, entre el "hubiera sucedido" y "sucedió". Tal vez una serie de análisis serios y estrategias que contemplen diversas variables como los trabajos de liderazgo de grupos, contención, prevención y anticipación de las cargas emotivas, de actitudes o reacciones adversas, podrían alterar un resultado "cantado". A mayor convulsión o descomposición social, mayor dificultad en la predicción de sucesos inmediatos.
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