En este caluroso abril, aun cuando ya en marzo se celebró el día y el mes de la mujer, quiero seguir reconociendo a ese ser que otorga la vida y que lucha por preservar la especie humana. Así que en este espacio resalto a la naturaleza, a la esperanza, a la creatividad y a las féminas, mismas que están en contra del brutal desequilibrio ecológico y a favor de un mundo más justo y menos proclive a la ley de las ganancias desorbitantes y del deterioro sistemático de los recursos. Reitero lo que indiqué hace 3 años. Muy joven leí algo expresado por Rabindranath Tagore, ese gran escritor, poeta y novelista hindú nativo de Calcuta, que fue el primer autor, no europeo, en recibir el premio Nobel de Literatura(1913), por su creatividad relevante y por sus obras varias, entre las que se destacan: La luna nueva, Gitanjali y El hogar y el mundo. En el escrito a que me refiero, ese gran humanista oriental indicaba allá por las décadas 30 y 40 del siglo XX, que en el futuro nuestro planeta sería dirigido o encauzado por los seres aparentemente más débiles, o sea las mujeres. Que así como los grandes saurios cedieron su lugar de predominio al hombre, éste tendría que renunciar a su estatus hegemónico y otorgarle el sitial o el trono de mando a “la reproductora de la especie”. Tal aseveración me impactó y me sembró inquietudes, con el agregado de que dicho intelectual bengalí también aseveró: “Convertid un árbol en leña y podrá arder para vosotros, pero ya no producirá flores ni frutos…”
El preámbulo obedece a que en esta ocasión aludiré a una pensadora hindú feminista que con sustento en la realidad objetiva se opone a la crisis civilizatoria que padece nuestro planeta, la que provoca el perjuicio a personas, animales y minerales. Ella es Vandana Shiva, activista ecológica que sostiene con valentía la tesis de que el “ecofeminismo” es la clave para clausurar una abominable etapa de destrucción ambiental y reencauzar a la humanidad por senderos de sustentabilidad, a fin de preservar “la casa que todos habitamos”. Se opone al predominante modelo antropocéntrico que existe y que ha generado la devastación y el desequilibrio de la naturaleza, así como la discriminación ostensible hacia la mujer. Señala enérgicamente que el patriarcado en lugar de pugnar por la armonía, la colaboración y la fraternidad ha auspiciado la violencia, la dominación y la guerra. Esa defensora de los derechos de los pueblos y adversaria del neoliberalismo, también indica que en el pretérito se le reconocía al género femenino confiriéndole un rol o papel de importancia; se respetaban las sacerdotisas, se veneraban a las diosas, eran motivo de culto las representantes míticas de la madre naturaleza, así como eran ponderadas con respeto las deidades babilónicas, egipcias e hindúes. Con la irrupción de la “errónea superioridad varonil”, con el patriarcado, devino en el transcurso de la historia la exclavitud, el feudalismo, el capitalismo y el antiecologismo.
Vandana Shiva, doctora en Ciencias Físicas, es reconocida a nivel internacional por sus aportaciones ambientalistas, recibió en 1993 el Premio Nobel Alternativo de la Paz y publicó, entre otros, el texto Icaria, donde puntualiza conceptos sobre su posición ecofeminista. Sus aseveraciones contra la brutalidad devastadora de la naturaleza son severas y contundentes; para ella la crisis medioambiental y la crisis socioeconómica son de raíz sexogenérica, la culpabilidad del deterioro planetario es el sistema patriarcal capitalista, pues éste desvaloriza, exclaviza y explota a las personas, especialmente a las mujeres. Como efectos de esa prolongada dominación y explotación masculina (acumulativa y depredadora) se genera la violencia progresiva contra las mujeres, los niños, los débiles y contra la misma madre generadora (la naturaleza). Dicha pensadora y activista subraya que las mujeres han sido las parteras de la agricultura, “seleccionando al correr de los tiempos las semillas, las diversas variedades de los cereales y de las hortalizas”.
Esa doctora combativa, defensora de los pueblos y de los humildes, de la misma nacionalidad que Tagore, concluye que para enderezar todo este desastre universal-ecológico se requiere de la lucha decidida y vigorosa de las valientes y estoicas féminas, “que obtienen su fuerza y decisión de la tierra que pisan, de la naturaleza que aflora por sus poros y de su acendrado espíritu justiciero”. Adiciona que el varón también puede intervenir en la reconstrucción ambiental, si renuncia con humildad e inteligencia a ese sistema absurdo, explotador y destructivo, que arrasa con minerales, vegetales y animales. Vandana reitera: “de las mujeres vendrá la salvación; fuimos lectoras de semillas, lectoras del presente y predictoras de la biocivilización…” El ecofeminismo –expresa con vehemencia- es el camino de la biocivilización planetaria.
Independientemente que estemos a favor o en contra de la postura de esta pensadora, su decisión de luchar todos a favor de un restablecimiento paulatino de nuestro planeta en el renglón ecológico es loable y merecedor de reconocimientos, que deben reflejarse en acciones y políticas drásticas que frenen la brutalidad neoliberal-capitalista. De no hacerlo, la misma humanidad cavará su tumba al “dinamitar” la existencia en nuestra aldea cósmica, en nuestro planeta verde. En consonancia con lo expresado, un analista apunta: “La vuelta a la normalidad exige, junto con el combate al COVID-19, acabar con el modelo económico depredador que lo causó”
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga.
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