A manera de preámbulo inserto un llamado de la politóloga Denise Dresser a los connacionales para que salgan de su “quietismo” y de su apatía paralizante. En su texto “Manifiesto mexicano” señala puntualmente: “Tú importas, no lo olvides, aunque a veces quienes te rodean parezcan sordos ante lo que verdaderamente piensas y quieres. Remover las aguas estancadas es algo loable, meritorio. Estamos aquí para removerlas juntos, escuchando historias, dejando mapas de ruta, trazando un destino en el cual una madre no sea torturada por un policía, un joven no sea asesinado por cualquier banda criminal. Y ese México rescatado no se alcanzará si tú te desentiendes. Si tú crees que basta con ir a la urna; cruzar la boleta, votar por un candidato y regresar a casa. Vivimos (hasta ahora) engañados y engañándonos, pensando que la democracia electoral basta, cuando la historia de los últimos 20 años demuestra que no es así…”
Enlazo lo anterior con un suceso importante de la historia nacional contemporánea. Fue muy gratificante lo que aconteció el primero de julio del presente año, al volcarse los electores en las urnas y obtenerse al final de la jornada cívica una votación avasalladora que lleva implícitamente sus mensajes a la comunidad: es alentador y reconfortante pero asimismo es preocupante para todos los involucrados. En esta ocasión no es solo un relevo de Presidente y otros cargos de representación popular, sino que el pasado proceso electoral representa un cambio de régimen; no es únicamente una alternancia del poder, es una transición inicial hacia la democracia; implica una transformación en la forma de hacer política, donde se pretende fortalecer a las instituciones, instaurar el necesario Estado de Derecho, comprometer a la clase política para actuar éticamente y en aras del beneficio colectivo, sin dejar de considerar la actividad propositiva y crítica de la sociedad civil organizada.
En tal contexto, se habla de la necesidad de una renovación de conciencias y no se ha entendido a plenitud el fondo del asunto. A partir de ese parteaguas del domingo trascendental -me supongo- habrá que atisbar de otra manera las cuestiones públicas. Debe asimilarse que se acabó ese período nefasto de las corruptelas descaradas, de “los moches” a diestra y siniestra, de las empresas fantasmas, de los privilegios fiscales, del uso faccioso del poder y de los gastos insultantes de la clase gobernante. Andrés Manuel López Obrador no la tiene sencilla, hay múltiples problemas y rezagos, con el agregado de que “elevó mucho la canasta” y alzó las expectativas de la gente que cree y votó mayoritariamente por él; no les puede fallar y culminar con “su domingo siete”; por lo cual recientemente les exigió a los candidatos ganadores de MORENA que ofrezcan en su desempeño lo mejor de sí, que no repitan las prácticas de pretérito ni “pierdan el piso”; la sociedad demanda genuinos servidores honestos y sensibles, no entes engreídos ni ajenos a los reclamos de los necesitados. Fue bastante claro y directo el tabasqueño con sus correligionarios triunfadores: no deben mentir, robar ni engañar en su labor oficial. Tales funcionarios ameritan trabajar honestamente, de manera eficiente, dialogando con los peticionarios, ofreciendo resultados, rindiendo cuentas periódicamente y autoevaluándose en sus logros, yerros y omisiones.
La ciudadanía en estos nuevos tiempos debe transitar de la posición comodina y estática de la democracia representativa -que hemos tenido y sufrido- hacia un
comportamiento participativo y crítico, aprovechando modalidades constitucionales como la iniciativa popular, las auditorías comunitarias, el plebiscito, el referéndum y la revocación de mandato. Ya estuvo bien de depositar nuestros sueños, solicitudes y afanes únicamente en nuestros representantes populares, para ser nosotros (los miembros de la comunidad) quienes protagonicemos las mejoras colectivas y las reivindicaciones. Es el lapso significativo de trabajar los individuos en coordinación con las instituciones, de tal forma que gobierno y sociedad se retroalimenten y se respalden; no esperar que AMLO y su equipo hagan todo, sino intervenir organizadamente como sociedad civil para empujar a los gobernantes y para exigirles que procedan correctamente. Por otra parte, las arcaicas estructuras políticas deben asimilar que la rueda de la historia no gira hacia atrás. O cambian para estar acorde a las circunstancias o se conforman con su sombrío destino y desaparecen más temprano que tarde.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga. |
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