En este 2019 se cumplen 5 decenios de poner en vigencia un proyecto educativo en nuestra Ciudad Capital. En tal año el inquieto y visionario Maestro Marco Antonio Rodríguez Revoredo invita a varios colegas universitarios y normalistas para participar en las labores académicas de un nuevo plantel del nivel medio superior, con el respaldo de las autoridades de la Dirección General de Enseñanza Media. Así surge, un 25 de octubre de 1969 -a un año y días de un Tlatelolco aciago en la mente juvenil y en la conciencia nacional- la Escuela de Bachilleres “Oficial B, operando en el turno matutino en las instalaciones de la Escuela Secundaria “Veracruz” y matriculando a jóvenes con problemas de rendimiento escolar y muchachos que no fueron anotados en otros colegios. Desde el primer momento todos los catedráticos se responsabilizaron a plenitud y exigieron en sus discípulos el idóneo comportamiento, tanto en las tareas encomendadas, como en su eficiencia en los logros programáticos y evaluaciones.
Tuve la fortuna de ser uno de los primeros docentes del citado colegio y en la alforja de mis vivencias almaceno remembranzas de mi tránsito por ese plantel entrañable. Recuerdo las “desmañanadas” y las carreras que tenía que hacer para cumplir con las sesiones programadas a las siete de la mañana, las preparaciones didácticas de los tópicos a desarrollar, la elaboración de los reactivos para mensurar el aprendizaje de los jóvenes, así como la evaluación integral del desempeño académico de los educandos a mi cargo (trabajos de investigación, participaciones en clase y resultados del examen parcial). Esos lapsos iniciales fueron de auténtico reto tanto para los bisoños directivos, para los noveles catedráticos, así como para los inquietos muchachos que en principio suponían la aprobación fácil de los cursos. Al poco tiempo esa Oficial “B”, después denominada “Ricardo Flores Magón”, fue significándose como un recinto educacional de excelente calidad y sus egresados alcanzaron espacios en instituciones de nivel superior.
Han pasado ya 10 lustros de esos heroicos momentos y hoy me emociona constatar que el referido bachillerato es sinónimo de responsabilidad y de eficiencia formativa; que sus egresados han obtenido un sinnúmero de éxitos en diversas instituciones superiores y se han desempeñado con ética y profesionalismo en el campo laboral y profesional, tanto en México como en el extranjero. Es menester reconocer la labor tesonera que han realizado las diversas administraciones de la institución; los logros alcanzados son el efecto lógico del esfuerzo mancomunado de la comunidad académica y estudiantil, sin dejar de lado los respaldos de los responsables padres de familia. Hay “Ricardo Flores Magón” para rato y por ello es deseable y justo que las autoridades educativas y gubernamentales apoyen con recursos estratégicos a dicho colegio que es timbre de orgullo para la entidad.
Hago votos porque esa institución siga siendo símbolo de la formación idónea en el ciclo medio superior, que en sus aulas y anexos se desenvuelvan armónicamente los renuevos enjundiosos y que sus docentes prosigan auspiciando aprendizajes o competencias significativas. Hoy la “Oficial B” sigue adelante, conformando buenos alumnos que en el devenir se proyectarán como profesionistas y como seres con afán de servicio a la sociedad, pues México y el mundo demandan la formación de individuos creativos que incidan constructivamente en el mejoramiento de la realidad presente, de manera crítica y propositiva.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga. |
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