En la Unión Americana se efectúan profesionalmente campeonatos de singular nivel competitivo, destacándose tres deportes que atraen la atención de multitudes y que sobrepasan los límites geográficos de ese país de las barras y de las estrellas. Gracias a los medios electrónicos y a los recursos de comunicación digital muchos aficionados del orbe están muy pendientes de las fases semifinales y finales del basquetbol (NBA); así como de los tórridos enfrentamientos del futbol americano de alto nivel y del Super Bowl que se lleva a efecto en los primeros días de febrero entre las dos mejores escuadras de la NFL; sin dejar de lado y otorgándole un sitio preferencial a ese Clásico de Otoño MLB (Serie Mundial de Beisbol), donde las dos mejores novenas (una de la Liga o Conferencia Americana y otra de la Liga o Conferencia Nacional) luchan apasionadamente para obtener el codiciado éxito durante un proceso de varios cotejos, a ganar 4 de 7 probables enfrentamientos. Al respecto apunto que desde 1903 hasta este 2020 ha habido 116 Series Mundiales y sólo dos de ellas se suspendieron por problemas políticos o económicos. La Liga Americana ha obtenidos el gallardete en 66 ocasiones y La Liga Nacional ha logrado tal distinción en 50 desafíos. Los equipos más exitosos de la “Gran Carpa” son, por la Liga Americana Los Yankees (27), Los Medias Rojas (9) y Los Atléticos (9). Por la Liga Nacional se destacan: Los Cardenales (11), Los Gigantes (8) y los Dodgers (7).
De los aspectos generales a considerar de esas Series Mundiales, me vienen a la memoria “huidiza” algunos datos y situaciones sorprendentes, tales como que el primer Clásico beisbolístico se escenificó en 1903, entre los Medias Rojas de Boston y los Piratas de Pittsburgh, agenciándose la serie la Liga Americana (Boston), al son de 5 partidos a 3, en un sistema diferente al actual; destaco también que fue hasta el año de 1955 cuando se resaltó la modalidad de elegir al Mejor Jugador del evento, recayendo ese honor por primera vez en el jugador Johnny Podres, de los Dodgers (en ese tiempo de Brooklyn). Asimismo rememoro con emoción y deleite que en 1960 (cuando me incorporo como alumno a la gloriosa y Benemérita Escuela Normal Veracruzana) es cuando “los Piratas” le ganan a “los Yankees” en una jornada intensa de alarido, al son de 4 a 3 partidos, dilucidándose al triunfador en la novena entrada del séptimo cotejo, mediante un cuadrangular impulsado por el emergente Bill Mazeroski, dejando “en el terreno de las lamentaciones” a los poderosos Mulos de Manhattan, a pesar de tener en sus filas a los “atletas inmortales” como Mickey Mantle, Roger Maris, Yogui Berra y Bobby Richardson, bajo la dirección del genial Casey Stengel. Por cierto en dicha ocasión un representante del equipo perdedor (verdadera sorpresa) es electo como el jugador más valioso: Richardson, de la escuadra de New York. Para rematar este párrafo hago referencia especial que en la Serie Mundial de 1969 obtiene el éxito supremo la escuadra “sotanera” de los Mets de New York y contra todos los pronósticos se impone a la batalladora novena de los Orioles de Baltimore, por 4 partidos a 1.
En este 2020, después de 32 años de ansiosa espera y de una sequía de triunfos en el gran desafío otoñal, por fin los Dodgers de Los Ángeles se coronaron como líderes de la Conferencia Nacional y accedieron a la Serie Mundial para contender contra los Mantarrayas (Rays) de Tampa Bay, representantes dignos de la Liga Americana, después de eliminar en fila a los Azulejos, a los
Yankees y a los Astros. Por cierto elaboré una quiniela sobre el particular y los participantes vaticinaron así: un 70% señaló que los Dodgers ganarían y un 30% se inclinaron por los Rays; en el mismo tenor los “quinielistas” indicaron, un 70% que el primer partido lo ganarían los angelinos y que en lo inherente al número de juegos en que se decidiría la confrontación beisbolística suprema, un 50% -la mitad- consideró que sería en 6 juegos, 30% en 5 desafíos y un 20% que serían necesario los 7 cotejos. Así, el martes 27 de octubre, después de 6 fragorosos y palpitantes encuentros donde abundaron jonrones, robos de bases, oportunos sencillos, atrapadas fantásticas y lanzamientos de antología, por fin los Dodgers se hicieron acreedores al emblemático gallardete o trofeo (el séptimo en su historial), gracias a su jugador estelar (MVP) Corey Seager, de los “bambinazos” estratégicos y atrapadas milagrosas de Mookie Betts y del pitcheo singular del paisano Víctor González, así como del desempeño majestuoso y culminante del también lanzador mexicano Julio Urías, quien intervino en 5 juegos de esta mágica “serie pandémica”.
Para terminar este comentario me ubico cronológicamente en lo que aconteció en la Serie Mundial de 1981, hace 39 años, cuando el fantástico Fernando Valenzuela, oriundo de Etchohuaquila Sonora, con 20 años de edad y como novato, derrotó con sus lanzamientos virtuosos a los soberbios Yankees de New York. En tal ocasión Los Dodgers cobraron legítima venganza de los descalabros de 1977 y 1978, propiciados por esa super escuadra del Bronx, donde militaban atletas consagrados como Reggie Jackson, Dave Winfield y Willy Randolph. Con la salvedad de que en tal año (1981) el “Toro” Valenzuela fue galardonado como el Novato del Año de la Liga Nacional y obtuvo merecidamente el trofeo Cy Young como mejor pitcher de las Ligas Mayores, sin dejar al margen el desempeño memorable de los beisbolistas angelinos Roy Cey, Pedro Guerrero y Steave Yeagert. Ni duda cabe, recordar es vivir y es también rejuvenecerse en lo psíquico y en lo emocional.
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Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
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