En este 2021 es bastante difícil predecir resultados generales con respecto a los comicios próximos a realizarse el domingo 6 de junio; ningún analista político en sus cabales se atrevería a manifestar que Morena -después de esa batalla electoral candente- seguirá manteniendo el control de la Cámara de Diputados ni tampoco quiénes se ostentarán como los nuevos 15 gobernadores, mucho menos cuáles serán los partidos que se fortalecerán o los que serán borrados del espectro competitivo. Nadie, ningún candidato o precandidato a puesto de elección popular, abriga la certidumbre de alcanzar el éxito en la contienda, aunque tenga la bendición del jefe supremo. Antes, en los tiempos del PRI hegemónico, todo aquel que era postulado por el tricolor salía con el brazo en alto; tal organismo prepotente y dinosáurico “ganaba de todas, todas”, sus éxitos eran de “carro completo”. Rememoro que en mi pueblo natal, Huatusco, había una barda o un muro donde se leía a la distancia: “Huatusco con (espacio en blanco) para (espacio en blanco)… ¡Vote así por el desarrollo del pueblo y por mejores servicios para la comunidad!” con el emblema o el escudo refulgente del Partido Revolucionario Institucional. Cada determinado tiempo, en épocas de elecciones, sólo cambiaba el nombre del candidato y del cargo. Ese era el “recinto de los triunfadores”; nunca perdió ninguno de los nominados (décadas de los 50, 60 y 70).
Muy saludable resulta observar que en los tiempos actuales ya no hay certezas ni “resultados amarrados”, se viven o experimentan lapsos de incertidumbre y desasosiego; ello es significativo porque tal fenómeno nos envía una señal de que empezamos a tener en México una vida democrática naciente. Un analista soviético decía al respecto: “En un régimen democrático, los resultados del certamen son inciertos, de ahí la necesidad de que el ciudadano asuma la incertidumbre como un valor político que debe defender, aunque los resultados no sean los que esperaba con su voto…” Así que una gran prueba se avecina para el conglomerado nacional, para el ejercicio cívico en nuestra República, toda vez que en este 2021 se definirán, mediante el voto, más de 21 mil cargos de elección popular en las 32 entidades federativas (gubernaturas, diputaciones federales, diputaciones locales y presidencias municipales). En el espacio www.google.com se precisa matemáticamente que el 6 de junio se elegirán 3,465 representantes, 15 gubernaturas, 500 diputaciones federales, 1,027 diputaciones locales, 1,907 presidencias municipales y 16 alcaldías. Competirán 7 partidos políticos nacionales, 7 nuevos partidos posibles y 54 partidos políticos locales. Se calcula que 48,510 personas estarán compitiendo por alguna posición de representación popular y que en el padrón general habrá casi 90 millones de electores.
En términos generales, a nivel nacional la lucha será entre el Bloque Opositor (PAN, PRI y PRD y MC) y la Alianza MORENA, PT y PVEM. Se dice en algunos círculos, foros de análisis y áreas partidarias que el Bloque (PAN,PRI,PRD) puede ganar hasta en 9 de los 15 estados en disputa; esa “boa constrictora” vislumbra con ilusión, fe y esperanza éxitos en la lucha pro-gubernaturas en Sinaloa, Sonora, Campeche, San Luis Potosí, Nuevo León, Chihuahua, Querétaro, Baja California Sur y Baja California. El gran reto y la clave del asunto
está en postular a candidatos competitivos, bien aceptados y con merecimientos en el ámbito regional o local. El problema vertebral del bloque opositor es que los prospectos o candidatos que determinen tienen que ser bien aceptados por los otros partidos de la alianza. Es decir que si el nominado es por el PAN, éste no sea mal visto ni por el PRI ni por el PRD; lo mismo ocurrirá en los casos de las propuestas del PRI y del PRD, siempre deberán contar con el visto bueno del PAN.
El partido Morena no la tiene fácil para presentar buenos cuadros; en sus filas se han anotado muchos precandidatos que se sienten triunfadores anticipados, sin valorar a fondo sus características personales, tanto en sus fortalezas como en sus carencias. Ante múltiples aspirantes o suspirantes, el Movimiento de Regeneración Nacional tendrá que elegir concienzudamente a los idóneos abanderados para los diferentes cargos de representación popular en todo el territorio patrio, utilizando diversos mecanismos de evaluación y de selección (sondeos, investigaciones de desempeño, preparación política, asambleas y encuestas). Hay en la alforja morenista excelentes prospectos y perfiles de calidad, pero asimismo se tiene información sobre individuos de cuestionada calidad ética, sujetos de deficiente desempeño laboral y entes carentes de sensibilidad política que pretenden colarse en la lista definitiva. Ya veremos y juzgaremos lo respectivo.
Aunque soy un elemento simpatizante de la izquierda y correligionario de Morena no coincido con los alegres y optimistas pronósticos electorales de John M. Ackerman, vertidos en un comentario periodístico publicado a mediados del mes de diciembre del año pasado, donde resalta la probabilidad de que “Morena y los partidos aliados a su causa podrían recibir hasta el 70% de la votación en 2021”, pues además del golpeteo mediático reiterativo contra AMLO y contra la Cuarta Transformación, la labor perniciosa de Frenaa, las declaraciones críticas de los magnates y de los sectores conservadores, el alud de rumores, de noticias falsas y cuestiones absurdas, habrá que considerarse y valorarse con objetividad la actividad sociopolítica de los funcionarios públicos y de los representantes populares morenistas. Tratando de ser objetivo y realista me atrevo a suponer que el partido gobernante tiene cierta ventaja en este inicio de la lucha que se avecina y que puede obtener buenos dividendos si postula a ciudadanos experimentados en la labor comunitaria, si fija su atención en entes probos, eficientes, responsables y con afán de servicio.
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Atentamente.
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
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