El tiempo avanza de manera inexorable y muy pronto (el 6 de junio) se efectuarán los comicios intermedios, en medio de crispaciones, jaloneos, golpes bajos, “memes” con mucha jiribilla, mensajes y videos demandando el sufragio para determinada candidatura, con escenas chuscas y hasta ridículas, sin faltar las bajezas, rumores y mentiras. Ante tantos puestos de elección popular en juego existe mucha efervescencia en el ambiente e intervención de grupos o personas oportunistas que pretenden obtener dividendos en ese “río revuelto” y convertirse en gananciosos pescadores, sin dejar de mencionar los lamentables sucesos trágicos que han enlutado a familias de algunos candidatos en varios partes del territorio nacional. Con preocupación ciudadana observo a sectores que se han dejado manipular y que externan opiniones sin fundamento y saturadas de resentimiento o enojo, evaluando a la ligera la problemática del país, con el agravante de que influyen en otros individuos inseguros. Ocurre asimismo que personas preparadas de clase media y con pretendido pensamiento progresista “caen en el garlito engañoso” y se transforman súbitamente en adversarios de los pertinentes cambios que amerita México.
Ante esa guerra campal verborreica, digital, mediática y altisonante no debemos olvidar que el próximo domingo medularmente contenderán, más allá de partidos, candidatos y puestos públicos, dos proyectos de nación opuestos y que en ese ejercicio cívico, donde se espera una buena afluencia de electores en las urnas, se vislumbrará el sendero que recorrerá en el devenir inmediato el conglomerado de nuestra República: o se prosigue en el marco de un afán renovador, con acciones diversas para adecentar la vida pública o se retorna a esas vivencias del pasado reciente y a las prácticas excluyentes donde se privilegia o se anteponen las ganancias a las personas. Ni más ni menos, en una esquina del ring electoral de esta fase comicial intermedia está el proyecto del regreso neoliberal (el amasijo de intereses afectados) liderado y “creado” por el grupo empresarial y secundado alegremente por el PAN, PRI y PRD, conformando un “coctel acuaceitoso” (de agua y aceite) denominado “Va por México”, teniendo como propósitos vertebrales derrotar al oponente que los doblegó en el 2018 y reencauzar al país por los carriles de sus hegemónicos intereses materiales y financieros. Dicho bloque opositor sueña por el restablecimiento de un escenario donde se multipliquen sus dividendos, florezcan sin trabas hacendarias las empresas trasnacionales y los magnates locales vuelvan por sus fueros. Sin ir más lejos habrá que rememorar que “el neoliberalismo implica el avasallamiento de los procesos democráticos y de la soberanía nacional, al dejar las políticas públicas en manos de tecnócratas al servicio de la banca privada y de las agencias calificadoras… es un esquema integral de subordinación del interés público a los intereses privados…”
En la otra esquina del encordado electoral se ubica el proyecto popular de cambio de AMLO, a dos años y medio de su mandato, con implementación de estrategias y acciones de carácter social, económico y político, otorgándole especial importancia a los sectores marginados. Dicho modelo transformador abriga el compromiso adquirido con la ciudadanía y el pueblo (en 2018) de terminar con los excesos de las élites y reorientar el
gasto público hacia los requerimientos de los menos favorecidos, con un manejo probo y transparente de los recursos colectivos, con eficiencia, sensibilidad y afán de servicio, además de proceder con austeridad y firmeza ante intentos de corrupción, aplicando sanciones contra funcionarios o servidores públicos deshonestos de los diversos emblemas partidarios. El partido Morena está respaldo en esta contienda por los institutos políticos del PT y del Verde Ecologista; sus mejores armas así como su defensa ante la fuerte campaña de desprestigio, lodo, mentiras, improperios y ofensas, son los logros institucionales del gobierno de López Obrador, a menos de 3 años de su jornada nacionalista. A la fecha, a pesar de las feroces embestidas de la oligarquía, de la animadversión de los conservadores, incluyendo a jerarcas apostólicos de alto rango, a políticos resentidos, a corruptos comunicadores y a intelectuales incongruentes, sin dejar de lado la complicada pandemia y los conflictos internacionales, el peso mexicano se sostiene, se restablece paulatinamente la actividad comercial productiva; ya no hay gasolinazos y el huachicoleo pasó a la historia. El proceso de vacunación sigue su curso y México se sitúa en el noveno lugar de tal cruzada sanitaria; las medidas contra la corrupción y la evasión de impuestos transitan puntualmente, los programas sociales se realizan a nivel nacional, así como están en vigencia programas dirigidos al entorno industrial, en relación con el capítulo de la reforestación y en lo que corresponde a los asuntos de carácter agrícola y pecuario. Todavía hay pendientes, rezagos y asuntos delicados en lo que atañe a la seguridad pública y en lo tocante a la lucha frontal contra la delincuencia organizada.
Así que estimados contemporáneos y compatriotas hay que sufragar libremente y de manera responsable el domingo próximo y tener en consideración que un voto coaccionado o comprado implica una afrenta a nuestra dignidad y es una mácula deshonrosa proyectada a nuestros seres entrañables. Si queremos un reencuentro con el pretérito ya sabemos como proceder, así como también si nos identificamos con el cambio, actuemos en consecuencia. Hace poco un analista externó en un medio de difusión nacional: Un voto por Morena es un revés contra el sistema neoliberal y así mismo es una apuesta por un futuro incluyente, plural y democrático.
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Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga. |
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