La expresión que utilizo para intitular mi comentario tiene su razón de ser; por primera vez la escuché en mi lugar de nacimiento, siendo un alumno de primero o segundo año de primaria. La utilizaban las personas mayores cuando confrontaban aflicciones, problemas, incertidumbres o angustias. Se hacían a la idea de que con un nuevo amanecer u otra aurora, encontrarían “una salida” a su conflicto o que éste se contemplaría con una nueva óptica, considerando que con “la cabeza fría” y con un tiempo adicional de reflexión se podrían hallar opciones para encauzar las pesadumbres o los nubarrones amenazantes. Sobre el particular viene a mi memoria lo que nos señalaba ocasionalmente el estimado y extraordinario maestro Raúl Contreras Ferto, ilustre educador oriundo de Apazapan, Ver., quien ante una situación complicada y embarazosa en el terreno laboral o institucional sugería a sus colegas, amigos o discípulos que resultaba conveniente o favorable “sacar la pelota del campo”, entendiéndose tal consejo como el lapso o periodo para reorganizar, valorar, jerarquizar y finalmente determinar la respuesta o la conclusión a un caso o asunto peliagudo.
Por los senderos de mi existencia, llenos de vericuetos, plagados de situaciones imprevistas, nada ajenos a caídas, sinsabores y tropezones, así como por tramos de tranquilidad y de satisfacción, en variadas ocasiones aproveché esas expresiones o recomendaciones a las que aludo en el párrafo anterior. En principio rememoro, en mi carácter de progenitor, que respecto a los embates y exigencias de uno de mis inquietos hijos, quien se caracterizaba por su dinamismo, osadía, obcecación y creatividad –entre otro atributos- cuando demandaba o reclamaba un juguete de costo elevado de manera inmediata, le contestaba que por el momento no podía acceder a su petición y debía esperar unos momentos más para hacer realidad su deseo. Quería tal heredero las cosas pronto, no para después; sin embargo ante mi firmeza se calmaba un poco. A veces se le olvidaba “el capricho”, pero si insistía ya tenía ciertas soluciones para amainar tal “vendaval infantil”, aunque fuese con otro entretenimiento del interés de mi vástago u otro juguete accesible a mis posibilidades económicas.
Como docente y funcionario educativo tuve mis presiones y apremios, encontrando soluciones a mediano plazo, sin responder súbitamente o a “bote-pronto”. Ante una amenaza de huelga o de paro estudiantil que proporcionaría múltiples consecuencias adversas al plantel y al alumnado, les propuse a los dirigentes un lapso de tolerancia (un fin de semana). De manera afortunada accedieron a mi petición y pude -con el auxilio de mis diligentes y capaces colaboradores- configurar un documento técnico administrativo, sustentado en la normatividad institucional, que atendía o correspondía a los puntos torales de su pliego petitorio. Así, la presunta bomba incendiaria planteada un viernes fue desactivada el lunes siguiente, aunque un servidor y mis subdirectores laboramos a marchas forzadas el sábado y el domingo. En definitiva, ante situaciones candentes y complejas, es recomendable proceder con cierta cautela, recordando al singular Napoleón: “Despacio que voy de prisa”, al simpático Clavillazo: “La cosa es calmada…” o al dicho “no por mucho madrugar amanece más temprano”.
Con respecto al tópico, asoma a mi añeja memoria un acontecimiento político donde intervine por razones obvias. Me desempeñaba en Xalapa como dirigente estatal de un partido político opositor al todavía poderoso tricolor. Casi pardeando el día, en una tarde calurosa, se presentaron o
irrumpieron tumultuosamente a las oficinas donde atendía a los correligionarios un nutrido contingente de ciudadanos de tres o cuatro municipios aledaños a la ciudad capital para exigir la o las inscripciones correspondientes para candidaturas al puesto de los ayuntamientos de dichas demarcaciones o localidades. Sin más ni más, me expresaron que se apoderarían de las oficinas y retendrían a todo el personal si no se cumplían sus peticiones. Dialogué con los más ariscos y rijosos, expresándoles que en ese momento no podía acceder a sus propuestas, que tendrían que hablar posteriormente, en otro momento, con la comisión de candidaturas; pero me parecía estrellarme con una pared o un muro de intolerancia o bien suponían que a través de amenazas alcanzarían su propósito. Como mínimo pasaron 4 o 5 horas de jaloneo verbal y de “dimes y diretes”; a eso de las 11 de la noche de ese jueves o viernes, ante el cansancio generalizado, les propuse se presentaran el lunes de la semana siguiente para indicarles el o los resolutivos a sus planteamientos, con la salvedad de que me dejaran sus documentos y datos personales de los propuestos para las candidaturas.
Después, el sábado y el domingo ya con la participación de la mayoría del equipo directivo del partido, se efectuó el análisis minucioso de cada uno los pretendientes o aspirantes al mencionado cargo de representación popular. “Apareció el peine”. Ninguno de los propuestos estaba afiliado, procedían como externos; uno de ellos estaba sujeto a un proceso judicial; otro, no era originario del municipio ni tenía la residencia mínima en tal jurisdicción y un tercero en discordia era un “enviado o infiltrado” del partido hegemónico. El desenlace o veredicto fue catastrófico para esos vándalos advenedizos, quienes además de la rotunda negativa a sus pretensiones fueron advertidos de que serían sancionados legalmente, de manera drástica, si repetían sus comportamientos abominables.
Me despido de todos ustedes y les anuncio que próximamente llegará la segunda dosis anti Covid-19 para los ciudadanos de la tercera edad; que en Xalapa antes de que culmine el mes de abril se efectuará dicho proceso. Mañana o pasado mañana – como se ve – será otro día todavía mejor que ahora, cuando todos estemos inmunizados contra el virus maligno imperante.
_______________________________________
Atentamente
Prof. Jorge E. Lara de la Fraga |
|