Somos testigos del crecimiento oportunista de la militancia, observamos a individuos que utilizan al partido como trampolín para cargos públicos y que hay un distanciamiento con los movimientos sociales legítimos.
Anécdota con ingrato sabor de boca: Días antes de que se realizaran las asambleas distritales de Morena, en la segunda quincena del mes de julio, unos jóvenes me abordaron para solicitarme que me afiliara o para que ratificara mi identificación con el partido político en el poder, situación o cuestión que respaldé con beneplácito porque siempre me he encauzado sociopolíticamente por el sendero de la izquierda. Así que requisité de inmediato el formato respectivo y anoté mi sección electoral, mi dirección y código postal, así como mi nombre completo, clave de elector y CURP, firmando de conformidad y anexando copia de mi credencial de elector (anverso y reverso). Hasta ahí todo iba muy bien, lo que ya no me agradó fue que esos muchachos me indicaron que con ese formato y mi identificación personal del INE tenía que presentarme posteriormente el día sábado 30 de julio para emitir mi voto para dos elementos (hombre y mujer) sugeridos o indicados por sus superiores. Fue el momento difícil e incómodo para mi persona y les expresé que nunca se les debe coaccionar u ordenar a los ciudadanos hacia dónde debe ofrendarse el respaldo. Finalmente puedo decirles que fui a testificar el multitudinario proceso ese día sábado en el Parque Juárez y que no sufragué por nadie. Lamentable suceso que me dejó anonadado, decepcionado y preocupado.
En forma concisa les manifiesto que el partido Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) efectuó los días 30 y 31 de julio asambleas electivas distritales en todo el país para elegir a quienes deberán fungir como coordinadores distritales, consejeros estatales y congresistas nacionales. Al unísono, tal instituto político llevó a efecto los procesos de afiliación y reafiliación, con la intención a integrar un nuevo padrón de militantes. Es o representa tal hecho -eso expresan los enterados- la clarinada de atención o el anuncio de la renovación de los cuadros dirigentes. 300 asambleas en todo el territorio nacional (en los diversos distritos electorales) tuvieron su cristalización para determinar democráticamente a 3,000 delegados, 1,500 mujeres y 1,500 hombres. El estado de Veracruz, que cuenta con 20 distritos electorales, eligió a 200 delegados (100 mujeres y 100 hombres). De cada distrito electoral emanarán 10 consejeros o delegados. De manera lamentable, alrededor del evento político-electoral interno se desarrollaron acciones bochornosas e incorrectas: acarreo de ciudadanos, coacciones e indicaciones para sufragar por determinados elementos, jaloneos, supuesta compra de votos, quema de urnas, enfrentamientos físicos y ostensible uso de recursos humanos, materiales y económicos de las áreas oficiales.
Ni duda cabe que la lucha por el poder es brutal y perversa, la idea o el afán de lograr un espacio como delegado es tener la oportunidad de asistir como protagonista al Tercer Congreso Nacional Ordinario de Morena, a celebrarse el 17 de septiembre. Grupúsculos o sectores del partido en el poder lucharon entre sí para llevar más prosélitos a las urnas y
alcanzar mayor representación de delegados. En la provincia jarocha se hizo presente el acarreo insultante en autobuses, las amenazas y consignas a los trabajadores, la supervisión ortodoxa en el cumplimiento de las órdenes emitidas, el establecimiento de tiendas de campaña para pernoctar y el consecuente estímulo alimenticio -no en todos los casos- para los elementos colaboradores y estoicos.
Al interior de Morena se proyectan puntos de vista u opiniones contrapuestas sobre lo ocurrido en el proceso escenificado los días 30 y 31 de julio, con los desplantes triunfalistas del dirigente nacional Mario Delgado y las expresiones optimistas de que fue una fiesta democrática donde intervinieron aproximadamente dos millones y medio de miembros y simpatizantes para ejercer su derecho ciudadano y emitir su sufragio de manera autónoma y civilizada, sin desestimar el agregado o complemento de que de los 553 centros de votaciones, únicamente se cancelaron los resultados en 19 de ellos, así como el dato de que de los 300 distritos electorales establecidos en todo el país, sólo se tuvieron que anular 5. En sentido contrario, morenistas y luchadores sociales comprometidos y consecuentes interpretan de otra manera lo lamentablemente sucedido en esa jornada interna del Movimiento de Regeneración Nacional y coinciden con lo que apunta Julio Hernández López en su columna Astillero (periódico La Jornada, del martes 2 de agosto): “Lo sucedido no es un asunto menor ni excepcional y no debe ser medido en términos numéricos, de recaudación de afiliaciones. Morena entregó en estas convenciones distritales banderas preciadas (la democratización auténtica de la vida nacional, la erradicación de la mapachería) a una serie de factores regionales de poder (los gobernadores, con feudos concesionados a cambio de financiar y garantizar lo federal) que agudizará lo vocación por lo faccioso y por las trampas… Señalar y denunciar tal involución no significa dar armas al enemigo… Un movimiento social progresista debe analizar, discutir, criticar y autocriticarse…”
Sobre el tópico en cuestión, el columnista Miguel Ángel Velázquez en forma mesurada externa: “Habrá tiempo para ir desmenuzando los nombres y los números que arrojó la elección y con ello montarse en un aprendizaje que evite que la oposición pueda colarse para dañar el partido de avanzada, que por más joven que sea tiene que apresurarse a crear sus propias formas con el fin de cerrar fisuras peligrosas… Sería absurdo afirmar que Morena se ha ganado la corona de las democracias o que el proceso de selección de los miembros de su Congreso Nacional fue tan limpio que será, en adelante, el ejemplo a seguir. No, nada de eso, en Morena deberá trabajarse con mucho cuidado, inteligencia y fuerza para consolidarse como una opción política consistente en nuestro país…”
Culmino con unas interrogantes que me atosigan: ¿Se vale que funcionarios estatales o federales sean (o fueran) tomados en cuenta para elegirlos como Consejeros?, ¿El caso del Secretario de Gobernación, del C. Adán Augusto López, fue una excepción?, ¿Se consideró -en tal caso- que existe un presunto conflicto de intereses, pues tal señor tabasqueño operó como juez y parte del asunto? ¿Estará ese ínclito funcionario federal muy satisfecho con haber “sido premiado” como Consejero de Morena en su entidad natal?. Se esperan o solicito las “ansiadas” respuestas.
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Atentamente
Prof. Jorge E. Lara de la Fraga |
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