El comentarista David Márquez Ayala expresó en su columna, durante el presente mes, lo siguiente: “Consideramos de enorme valor el apego del Papa a la esencia de la cristiandad, el humanismo y la ética en estos tiempos de brújula pérdida… La Grey Católica tiene actualmente un gran líder. El Papa Francisco es un hombre de su tiempo y de todos los tiempos a quien el mundo bien haría en escuchar. En su reciente encíclica aborda con óptica social temas y conflictos que están en el núcleo de la actual desazón planetaria, en un llamado a reordenar el mundo desde la fraternidad, la justicia y la equidad…” Ojalá los compatriotas y especialmente los sacerdotes de nuestro país se animen a leer y analizar ese documento de Jorge Bergoglio que se denomina Fratelli Tutti.
En este mes de diciembre del 2020 el pontífice Francisco emitió un mensaje de esperanza, a tono con la festividad navideña y dijo “Ninguna pandemia y ninguna crisis puede apagar esta llama… los símbolos de la Navidad son señales de esperanza, especialmente en este período difícil…” Exhortó a los fieles a recordar el significado verdadero de la NAVIDAD, es decir el nacimiento de Jesús y también ayudar a los más necesitados. Además, en otro momento, indicó que la sonrisa es expresión de amor y de afecto, típicamente humana… “Jesús es la sonrisa de Dios, porque vino a darnos el amor del Padre… En el pesebre, nosotros también revivimos esta experiencia: mirando al Niño Jesús y sintiendo que allí el Supremo nos sonríe y con ello sonríe a todos los pobres de la tierra, a todos aquellos que esperan la salvación, que esperan un mundo más fraterno, donde no haya más guerras y violencia, donde todo hombre y mujer puedan vivir en su dignidad de hijo e hija de Dios… Envueltos en esa alegría y en esa sonrisa de Jesús, dejemos que su bondad purifique nuestros corazones. Todos debemos sentir su caricia, sin olvidar que sonreír es acariciar; acariciar con el corazón, acariciar con el alma…” El obispo máximo de Roma puntualiza que el creyente responsable, el católico consecuente amerita tener en consideración que la Navidad es más que regalos; que es necesario en esa memorable fecha estar en silencio, por un momento, para escuchar el amor; que es pertinente vivir y actuar con bondad y mansedumbre, así como también cultivar la fraternidad para llenar los agujeros del alma.
Por su parte, el Excelentísimo Arzobispo Primado de México, el Cardenal Carlos Aguiar Retes, en concordancia plena con el Pontífice, ofreció a la feligresía unas expresiones elocuentes de esperanza y de optimismo, en medio de la pandemia que nos afecta y angustia. Aprovechó las circunstancias para demandar el respeto a los semejantes, a fortalecer los lazos familiares y apoyar a los hermanos en situaciones de emergencia,
haciendo a un lado el egoísmo, la envidia y el individualismo. En este mismo mes de diciembre aludió a la encíclica papal Laudato si y pidió a los creyentes y a todos los humanos que actuemos en defensa de nuestro planeta Tierra. Abogó por un alto a la degradación de nuestra “casa común”, de nuestra aldea cósmica, lo cual es una preocupación del pontífice argentino, que es compartida y respaldada por múltiples científicos e investigadores ameritados. El cardenal Aguilar Retes alerta que el peligro ambiental es sumamente serio y de consecuencias catastróficas, que hay que actuar organizadamente y de inmediato, pues de no poner en operación una “conversión ecológica mundial”, con la anuencia y participación de todos los países, en dos décadas o máximo en 2045 estaremos como comunidad humana en un nivel o “punto del no retorno”.
En la provincia jarocha, entre el 13 y 14 de diciembre se dio a conocer por los medios impresos y digitales el mensaje de navidad 2020, emitido por los ocho obispos principales del estado de Veracruz y por los cuatro obispos eméritos o auxiliares, bajo el nombre o título “La Navidad nos está llamando: Vayamos a Belem”. En tal comunicado dichos ministros religiosos incorporaron aseveraciones diversas, pero centralmente aludieron a un asunto sociopolítico controvertido que provocó sorpresa y asombro; indicaron: “como muchos de ustedes nosotros percibimos en la población cansancio, soledad, impotencia y desesperación. La tensión social crece aún más ante el constante uso de un lenguaje polarizado de quienes pretenden el monopolio de la verdad y la honestidad, descalificando a cualquier persona o grupo que piense de otra manera, dando lugar a rivalidades, revanchas y actitudes que no posibilitan un mínimo diálogo para acuerdos constructivos, ni favorecen la concordia ni la fraternidad…” Agregaron que en Veracruz se vive “una crisis profunda” que se ha acentuado por la pandemia del covid-19, lo cual ha puesto en evidencia la fragilidad de las estructuras sociales, políticas, económicas y religiosas en que se sostiene la vida diaria… En el inicio del proceso electoral 2020 – 2021 los obispos consideraron que la realidad es una “política con poca participación, descalificaciones y no incluyente, con una democracia incompleta, marcada por resentimientos sociales; un sistema educativo débil, con una formación que no abarca la integridad de la persona y los auténticos valores…”
Estos sacerdotes de provincia, como se observa, en esta temporada de fervor y de reflexión no se encaminaron hacia el pesebre de Belem sino hacia la arena electoral, proyectando un discurso diferente a lo que pregona el Vaticano y la Arquidiócesis de la Ciudad de México, aprovechando – según mi entender - las festividades navideñas como un recurso para descalificar a un sector, partido o proyecto, en ese sendero espinoso de la lucha política que se escenificará en nuestro país en el 2021, sin tomar en cuenta y con la salvedad que los católicos mexicanos están tanto en las filas morenistas como en los escuadrones del bloque opositor tripartidista.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga. |
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