Al egresar de mi Escuela Normal Veracruzana tuve la suerte de ser ubicado laboralmente en la localidad de los 30 caballeros. Fue en los primeros meses de 1963 cuando se me asigna el cuarto grado en la Escuela Primaria Estatal “Francisco Hernández y Hernández” (mejor conocida como Cantonal), para encauzar debidamente las febriles inquietudes de más de 60 infantes, algunos de ellos ya adolescentes y con muchas ansias de asomarse audazmente a los retos e incertidumbres de una realidad convulsionada. Puedo aseverar sin temor a equivocarme que fue en ese centro educativo donde confronté diversas dificultades para sacar adelante a tales educandos en lo inherente a la adquisición de los contenidos programáticos y para domeñar, a través del juego y de acciones deportivas, esas energías sorprendentes. No fue fácil la empresa; hubo caídas, ensayos, tropezones y resultados insólitos, pero al final el balance resultó favorable y me permitió en el futuro tener mayor seguridad y adquirir herramientas pedagógicas para el desempeño docente.
Destaco que Córdoba se ganó a pulso el mérito de ser Heroica, pues en su territorio su llevaron a cabo sucesos significativos durante la Guerra de Independencia, la Reforma y la Revolución de 1910. En su territorio se firmaron en 1824 los Tratados que formalizaron la consumación de la Independencia, también sus valerosos hijos y ciudadanos de la región intervinieron con entereza para derrotar al sanguinario realista Hevia que anhelaba reconquistar esas tierras para la corona española. Asimismo ese feudo liberal respaldó en su momento al Benemérito de las Américas y se opuso a esos conservadores que adoraban al emperador Maximiliano. No puedo omitir que en el territorio cordobés se promulga el 24 de agosto de 1917 la Constitución Política del Estado de Veracruz, operando entonces como Capital del Estado.
En medio de todo ese tropel de reminiscencias y de hechos patrióticos, quiero referirles que por esos años de 1964 y 1965 conocí a un joven cantante que se iniciaba en el ámbito artístico en un conocido centro nocturno de la localidad. “Las buenas conciencias” y los moralistas atrabiliarios catalogaban a la “Casa de Amparo” como el preámbulo del averno o la representación moderna de Sodoma y Gomorra, pero más allá de esos prejuicios y de esas mentes enfermizas, les comunico que fue en ese lugar donde José José empezó su brillante carrera como intérprete de canciones románticas. En esos ayeres fue impulsado por “El Chumo”, que era el director de un conjunto musical y por su tía Amparo Sosa, misma que era la administradora de ese negocio bastante concurrido, al que por cierto resultaba complicado ingresar, ya que el costo del servicio en ese recinto era algo costoso para personas de medianos recursos. Algunos lo hicimos ahorrando durante 2 o 3 quincenas, sólo para deleitarnos con la variedad de los cantantes y del baile jacarandoso de bellas mujeres.
Les expreso sinceramente que en ese momento la actuación del entonces muchacho José Sosa no me impactó sobremanera. Al paso del tiempo fue sorprendente observar el éxito y la calidad vocal que alcanzó como ejecutante adulto y que pasa a la posteridad por sus interpretaciones en melodías como El triste, la nave del olvido, No me digas que te vas, Gavilán o paloma, Volcán, Lágrimas y muchísimas más. Es
probable –y esto es apreciación de un servidor- que el recientemente fallecido José José no abrigara en su interior gratos recuerdos de su estadía por esos lares, pues en su biografía o comentarios muy poco (o nunca) hizo alusión a esas andanzas por tierras jarochas. Algo que me atrevo a exteriorizar es que no es difícil que su lamentable afición a las bebidas etílicas haya ocurrido en ese espacio y por ello ese tramo existencial lo trató de borrar de sus memorias.
En fin, más allá de mi percepción personal, el “Príncipe de la Canción” seguirá existiendo en los seres que se emocionan ante sus grandes éxitos y la heroica Córdoba nos seguirá brindando la oportunidad de reconocer su variado patrimonio cultural, histórico, industrial, educativo, productivo y gastronómico.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
|