Va de cuento o como una reseña contemporánea de “corte virulento”. Ante la pandemia circulante, la parálisis angustiosa y la ausencia de clases presenciales, me vi en la necesidad de ofrecer mis servicios voluntarios para auxiliar didácticamente al más pequeño de mis nietos, a Jorge Rodrigo, que tiene 6 años de edad y que requiere enfrentarse como alumno virtual del primer grado de primaria a la adquisición de los elementos básicos de la cultura, o sea a incorporarse a la lectoescritura y a los procesos aritméticos de la adición y de la substracción (a las sumas y a las restas). Recordé a mis casi 8 décadas de existencia que en 1962 salí de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana con el honroso título de profesor en educación básica y que aunque nunca tuve a mi cargo el primer grado me desempeñé como catedrático en mi alma máter, de técnica de la enseñanza y de las didácticas especiales. Así que en el pasado mes patrio, en septiembre, “me lancé al ruedo”, respaldado en el texto comercial Mi Libro Mágico y en el reconocido Método Rébsamen de Lecto – Escritura (con aplicación de la marcha analítico – sintética, de las palabras normales), con el cual aprendí de pequeño y que en sus 80 ediciones alcanzó un tiraje prodigioso de casi 5 millones de ejemplares.
Entrando en materia puedo manifestarles a todos ustedes que mi recinto de lecturas se ha transformado aceleradamente en un aula, donde se observan letreros diversos para señalar muebles o cosas existentes en tal espacio como silla, mesa, librero, escritorio, puerta, ventana, globo, bandera, trofeos, juegos, casa, muñeco, perro, pirata, lámpara, foco, etc., sin dejar de mencionar un tarjetero para uso de Jorge que compendia los nombres de sus abuelos, de sus padres, de su hermano y de sus primos, con el complemento de términos relativos a alimentos y a cuestiones escolares. Además cuenta el infante con un tendedero pedagógico improvisado, donde se colocan frases, palabras y sílabas, un rotafolio y juegos didácticos (loterías, naipes, dominoes o dominós, ruletas y laberintos silábicos, donde mi consanguíneo alumno visualiza, lee, escribe y efectúa sus actividades matemáticas, con el auxilio de palitos, monedas, semillas y rondanas de plástico. Espero rendir buenas cuentas a mi hijo, a mi nuera y para nada “regar el atole”.
A tono con un enfoque ecléctico (analítico – sintético) les indico a grandes rasgos cómo estoy procediendo. A través de un cuento, narrando una vivencia o mediante un relato inicio con la presentación de una palabra normal o “generadora”, como mamá, papá, luna, nene, oso, etc.; después los dos conformamos frases sencillas y sílabas derivadas en cada caso, para culminar con nuevas palabras o términos y otras frases. Ejemplifico con la palabra mamá. Secuencia: 1) MAMA – mamá (Con mayúsculas y minúsculas), 2) sílabas ma, me, mi, mo, mu, 3) palabras nuevas o derivadas: Memo, Mimí, momo, meme, mimo, ama, Ema, 4) frases o expresiones: Memo ama a mamá, Ema mina a Mimí, Amo a Ema. Es de suponerse que al incorporar otra palabra normal o generadora fluyen nuevos términos, se enriquece el “repertorio silábico” y se construye o elabora un número mayor de frases o expresiones sintácticas, mismas que ameritan ser visualizadas, leídas y escritas por el educando. Hasta el momento presente (con tres palabras normales a cuestas) mi nieto me empuja a seguir
adelante y trato que el proceso y las actividades sean de su interés, a un ritmo moderado y en un ambiente de confianza y cordialidad.
Con las palabras “normales” mamá y luna, utilizando las sílabas de cada una de ellas e incorporando las vocales, afloran sílabas derivadas, con las cuales se conforman nuevas palabras y se “edifican” frases o expresiones diversas. En tal sendero, con términos como Memo, Lulú, ama, Ema, Lila, Lula, lona, mina, mula, nena, Nina, lima, mono, lana, loma, Lola, Lalo, mano, mimo, Ana, afloran estructuras o frases: Mi mamá me ama, Memo mima a Lulú, La luna y mi mamá, Lalo, Lola y el mono, Lila, Ema y la mula, Lula me mima, la mula y la luna, etc.
Por cierto a los niños les gusta jugar y también les interesa ganar; en la actualidad los entretenimientos electrónicos y digitales ocupan buena parte de su tiempo libre y ante ello se impone contrarrestar de manera sensible e inteligente dicha influencia singular. Por el momento les manifiesto que las imágenes y figuras de la lotería mexicana tradicional las he aprovechado para la visualización, lectura y escritura, así como el dominó de fichas conocidas para el renglón matemático. Con tal referente me he dado a la tarea de elaborar otros juegos, con términos y gráficos diferentes para la lecto-escritura como naipes, memoramas, crucigramas y loterías silábicas, sin omitir los dominoes cuantitativos para el tratamiento de las adicciones y las substracciones. En el marco de ese camino creativo – pedagógico han aflorado otros pasatiempos como laberintos de palabras, trenes de sílabas, ruletas de términos o de carácter aritmético. El propósito medular, en mi caso, es que el nieto Jorge Rodrigo vislumbre las sesiones con alegría y logre asimilar los contenidos programáticos de manera participativa, con buena dosis de optimismo.
Estoy en cierta medida preocupado por los resultados de mi quehacer pedagógico y en ese tenor acepto “ de mil amores” sugerencias de la comunidad que me lee, pues muchos colegas y amigas almacenan en sus alforjas experiencias valiosas obtenidas a lo largo de su encomiable labor magistral proyectada en los grados iniciales de la educación primaria. Agradezco de antemano las recomendaciones y puntualizaciones que me brinden sobre el particular.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga. |
|