Jorge E. Lara de la Fraga.
Ahora sí los mariachis callaron. De nada valió la entrada triunfal del vigoroso paisano a la T-Mobile Arena de las Vegas, en medio de un show multicolor estruendoso, con el respaldo de un rugiente público el pasado sábado 7 de mayo y donde de antemano – de parte de sus fervientes seguidores - se auguraba un triunfo resonante del Saúl Álvarez sobre el poco conocido púgil Dimitri Bivol, quien defendía en tal ocasión el Campeonato Semipesado de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Igual que en otras ocasiones incomodaba y molestaba (al menos para mi sentir personal) las expresiones elogiosas para “El Canelo”, sus virtudes y fortaleza, sus múltiples victorias, sus demoledores y contundente nocauts, así como las menciones intrascendentes y de poca monta para el adversario soviético, al que de antemano lo vislumbraban “los expertos” como la segura víctima del “invencible pelirrojo”, como el cordero designado en la desigual contienda. Imperaba en los prolegómenos de dicho combate un triunfalismo torpe y ramplón a favor del mexicano, con el agregado de que las apuestas o momios eran adversas al ruso Bivol en proporción de 9 a 1.
A la hora de la verdad el campeón Dimitri respondió con dignidad a sus palmarés (19 éxitos, cero derrotas y 11 nocauts) y adicionó una victoria más a su cuenta personal, constatando que es un buen peleador, que “aplica” aceptablemente su jab, que al contragolpe arma sus combinaciones y aprovecha su altura y su alcance. Ese fatídico 7 de mayo – para Saúl – el soviético asimiló, nulificó los mejores impactos de su oponente (opers y ganchos); bloqueó con sus brazos las embestidas del “búfalo tapatío” y se lanzó al abordaje con base en su velocidad, técnica y sentido de la distancia. “Saúl mostró cansancio en la etapa final del combate, que se desarrolló a un ritmo desgastante, con el ruso siempre tratando de mantener la ofensiva al capitalizar que el mexicano intentó una y otra vez atraerlo de espaldas a las cuerdas y con el recurso de bajar las manos para invitarlo a entrar y buscar el nocaut. Bivol no cayó en el garlito y se mantuvo trabajando con su izquierda como punzante ariete”.
En la octava ronda El Canelo puso una rodilla en la lona, pero fue porque Bivol hizo palanca contra su nuca. La defensiva de Álvarez fue vulnerada en distintas ocasiones ante el volumen de impactos de su adversario, que supo aprovechar su oportunidad con una infalible técnica. Así, el soviético dio las sorpresa en la Ciudad de los Juegos y de los vicios caros al imponerse por decisión unánime (tres votos de 115 – 113) al Canelo y retuvo su faja de súper – campeón semipesado de la WBA. Al final del match declaró. “Probé que soy el mejor, mantuve mi jerarquía y mis cinturones a flote, disculpen que arruiné sus planes. Respeto mucho a mi oponente, al Canelo Álvarez, tiene poder y velocidad; pero creo que su error consistió en lanzar únicamente golpes potentes, tratando de noquearme…” Al respecto cuando analicé la confrontación Bivol – Álvarez, rememoré ese duelo histórico extraordinario escenificado en un país africano (Zaire) entre los pesos completos George Foreman y Muhammad Alí, donde al campeón imbatible (Foreman) arremetió con toda su fiereza en los primeros episodios a su oponente versátil, operando como un demoníaco
“leñador”. A la mitad de la contienda George estaba extenuado de tanta energía desplegada y ahí fue cuando Alí aprovechó las circunstancias para lanzarse al ataque abierto con punzantes, repetidos y “mortales” impactos, provocando la primera derrota de ese memorable campeón. Ni más ni menos, en esta ocasión de los pesos semicompletos, Samuel interpretó el rol de Foreman y Bivol el del mítico Cassius Clay, después denominado Muhammad Alí. La historia del boxeo enseña y hay que conocerla.
Analizando objetivamente la pelea del 7 de mayo, observé el desempeño limitado e inútil del compatriota jalisciense ante un púgil que si bien no es la octava maravilla del arte de fistiana, procedió con inteligencia, desplegando sus habilidades defensivas y aprovechando las debilidades y carencias técnicas de su engallado rival. Dimitri no fue el clásico “bulto” o el costal de entrenamiento del pelirrojo, sino un ser movible y habilidoso en el golpeo y en su cadencia corporal. Si en verdad El Canelo quiere retornar exitosamente debe “bajarse de su celestial nube”, olvidarse del mundo artístico – veleidoso, proceder con serenidad y humildad, encerrarse espartanamente en el gimnasio para desarrollar un buen plan de ataque que contrarreste sus debilidades, omisiones y carencias ofensivas – defensivas. Es más, juzgo improcedente una revancha inmediata con el soviético, porque en buena lid me atrevo a augurar otra derrota dolorosa; sería preferible que en sus próximos combates se enfrente a prospectos de su mismo peso (por ejemplo un nuevo match con Golotkin) y ya después, dependiendo de los resultados, retar a su victimario o a otro elemento de peso semicompleto.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga. |
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