En principio puedo afirmar que sufragar de manera libre es un derecho ciudadano y que todo nacional bien nacido debe cumplir con su responsabilidad cívica, porque en todo proceso electoral hay mucho en juego y particularmente en este 2018, el día primero de julio, en nuestra entidad decidiremos sobre cinco cargos de representación popular: Presidente de nuestro país, Gobernador, Senador, Diputado Federal y Diputado Local, bajo la acometida propagandística y mediática de los partidos políticos y de las coaliciones configuradas. Ante toda esa avalancha difusora es menester que la colectividad jarocha esté bien preparada y consciente, para no ser víctima del engaño, de las falsas promesas, de las amenazas y hasta de la coacción de su voto.
Amigos, conocidos y colegas se aprestan para cumplir a satisfacción su compromiso ese domingo histórico, ese día trascendente donde se espera una buena concurrencia de electores en las urnas para derrotar al deleznable abstencionismo. En el ámbito nacional desde la frontera norte hasta los límites de Guatemala y Belice y en nuestra patria chica desde el río Pánuco al Tonalá los mexicanos anhelamos un cambio real, una transformación a fondo de nuestra sombría realidad. Estamos inconformes con la pobreza de amplios sectores, con la inseguridad, con la corrupción y con la ignorancia. De nuestra fortaleza de ánimo, de nuestra reflexión y madurez, de nuestra voluntad y consistencia, depende que ahora sí encaminemos cada cual su sufragio(s) por los candidatos que mejor nos representen, por aquellos que en su labor pública constitucional respondan a esa decisión mayoritaria que los proyecta al cargo.
En este 2018 nuestro país requiere con urgencia un cambio de rumbo por senderos pacíficos, civilizados y con la participación de la gente, todo en pos de proyectos y propuestas que favorezcan el empleo, la vivienda popular, el respaldo al agro, el uso racional y sustentable de los energéticos, la educación pública, la investigación, la salud y la preservación ecológica; deben quedar en el pasado las poses demagógicas y las decisiones arbitrarias del Poder Ejecutivo Federal, para lo cual tendrán que surgir las estrategias que faciliten la intervención ciudadana en la toma de decisiones y se hagan compatibles en el terreno de los hechos los valores de la justicia, de la equidad y de la democracia. Por ese camino reivindicador las nuevas autoridades tendrán que realizar un manejo transparente de los recursos públicos y ejercer sin aspavientos la autocrítica en sus labores colectivas diarias.
Hay que votar multitudinariamente el primero de julio; los ciudadanos debemos acudir a las casillas con alegría y confianza, asestarle un buen golpe cívico a esos
orquestadores de la guerra sucia y a los perversos manipuladores del sistema. México es vigoroso por sus recursos naturales, está orgulloso de su patrimonio histórico y enfrenta el devenir con grandeza de miras porque observa en sus habitantes la decisión y bizarría de mejorar sus destinos. Los connacionales a una voz demandan con energía una economía vigorosa, un manejo austero de la riqueza de todos, una defensa real de nuestra soberanía, un estado de derecho, una formación de calidad y una atmósfera de bienestar que irradie hacia los hogares depauperados. Ese es el gran reto, eso es lo que está en juego en este proceso político-electoral. Hay que salir a encauzar idóneamente el futuro deseado por los nuestros y por las mayorías.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
|