Jorge E. Lara de la Fraga.
“Necesitamos de los mejores cerebros y mentes del mundo, concentrarnos en tratar de reparar este planeta, no en tratar de encontrar el próximo lugar para ir a vivir…” Príncipe Guillermo de Inglaterra.
En el marco de la próxima reunión internacional denominada Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático ( COP 26) que está programada para el período comprendido del 31 de octubre al 12 de noviembre, a celebrarse en la Ciudad de Glasgow, Escocia, el Príncipe Guillermo de Inglaterra criticó a algunos de los hombres más ricos del mundo, entre ellos a los empresarios Jeff Bezos, Ellon Musk y Richard Branson, por usar sus caudales para financiar el turismo espacial, en lugar de que se promuevan medidas para salvar al planeta. Hay algo definitivo y peligroso en este candente asunto: Nuestra Tierra en 6 años (desde el Acuerdo Ecológico de París 2015) ha elevado en más de un grado centígrado su temperatura, como efecto de su sobrecalentamiento integral. Ante tales circunstancias sombrías que tienden a agravarse urgen medidas urgentes y drásticas, a fin de que todas las naciones – especialmente las más industrializadas – reduzcan las emisiones de carbón y de petróleo, inviertan en energías limpias y renovables y frenen en sus territorios la destrucción de los ecosistemas, así como el exterminio de la biodiversidad.
Hace un año y meses expresé que muy joven leí algo expresado por Rabindranath Tagore, ese gran escritor, poeta y novelista hindú nativo de Calcuta, que fue el primer autor, no europeo, en recibir el premio Nobel de Literatura (1913), por su creatividad relevante y por sus obras varias, entre las que se destacan: La luna nueva, Gitanjali y El hogar y el mundo. En el escrito a que me refiero, ese gran humanista oriental indicaba allá por las décadas 30 y 40 del siglo XX, que en el futuro nuestro planeta sería dirigido o encauzado por los seres aparentemente más débiles, o sea las mujeres. Que así como los grandes saurios cedieron su lugar de predominio al hombre, éste tendría que renunciar a su estatus hegemónico y otorgarle el sitial o el trono de mando a “la reproductora de la especie”. Tal aseveración me impactó y me sembró inquietudes, con el agregado de que dicho intelectual bengalí también aseveró: “Convertid un árbol en leña y podrá arder para vosotros, pero ya no producirá flores ni frutos…”
El preámbulo obedece a que en esta ocasión aludiré a una pensadora hindú feminista que con sustento en la realidad objetiva se opone a la crisis civilizatoria que padece nuestro planeta, la que provoca el perjuicio a personas, animales y minerales. Ella es Vandana Shiva, activista ecológica que sostiene con valentía la tesis de que el “ecofeminismo” es la clave para clausurar una abominable etapa de destrucción ambiental y reencauzar a la humanidad por senderos de sustentabilidad, a fin de preservar “la casa que todos habitamos”. Se opone al predominante modelo antropocéntrico que existe y que
ha generado la devastación y el desequilibrio de la naturaleza, así como la discriminación ostensible hacia la mujer. Señala enérgicamente que el patriarcado en lugar de pugnar por la armonía, la colaboración y la fraternidad ha auspiciado la violencia, la dominación y la guerra. Esa defensora de los derechos de los pueblos y adversaria del neoliberalismo, también indica que en el pretérito se le reconocía al género femenino confiriéndole un rol o papel de importancia; se respetaban las sacerdotisas, se veneraban a las diosas, eran motivo de culto las representantes míticas de la madre naturaleza, así como eran ponderadas con respeto las deidades babilónicas, egipcias e hindúes. Con la irrupción de la “errónea superioridad varonil”, con el patriarcado, devino en el transcurso de la historia la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo y el antiecologismo.
Esa doctora combativa, defensora de los pueblos y de los humildes, de la misma nacionalidad que Tagore, concluye que para enderezar todo este desastre universal-ecológico se requiere de la lucha decidida y vigorosa de las valientes y estoicas féminas, “que obtienen su fuerza y decisión de la tierra que pisan, de la naturaleza que aflora por sus poros y de su acendrado espíritu justiciero”. Adiciona que el varón también puede intervenir en la reconstrucción ambiental, si renuncia con humildad e inteligencia a ese sistema absurdo, explotador y destructivo, que arrasa con minerales, vegetales y animales. Vandana reitera: “de las mujeres vendrá la salvación; fuimos lectoras de semillas, lectoras del presente y predictoras de la biocivilización…” El ecofeminismo –expresa con vehemencia- es el camino de la biocivilización planetaria.
Independientemente que estemos a favor o en contra de la postura de esta pensadora, su decisión de luchar todos a favor de un restablecimiento paulatino de nuestro planeta en el renglón ecológico es loable y merecedor de reconocimientos, que deben reflejarse en acciones y políticas drásticas que frenen la brutalidad neoliberal-capitalista. De no hacerlo, la misma humanidad cavará su tumba al “dinamitar” la existencia en nuestra aldea cósmica, en nuestro planeta verde. A propósito, como especie homo-sapiens estamos padeciendo una pandemia que ha contagiado a 240 millones de personas y privado de la vida a casi 5 millones de humanos, a consecuencia de los desequilibrios en los ecosistemas provocados por ese ser que se denomina el soberano del orbe. En consonancia con lo expresado, un analista apunta: “La vuelta a la normalidad exige, junto con el combate al COVID-19, acabar con el modelo económico depredador que lo causó”
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Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
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