A dos meses y días de las elecciones presidenciales de EEUU se pone más tenso el ambiente político del país que todavía conserva la hegemonía mundial; tanto en la Convención Nacional Demócrata como en la Republicana se externaron encendidos mensajes contra los adversarios y asimismo se proyectaron acciones y propuestas para superar la problemática social, económica y política existente en este denominado Coloso del Norte. El presidente Donald Trump con su compañero de fórmula Michael Pence del Partido Republicano, se aprestan diligentemente para ofrecer una digna y férrea participación en la batalla electoral en busca de los sufragios contra el dúo del partido demócrata conformado por Joe Biden y Kamala Harris. Hasta el momento (finales de agosto) el candidato demócrata Biden supera en las encuestas por 10 puntos al veleidoso y turbulento Trump, sin que ello sea definitivo y contundente. La moneda todavía “está en el aire”. En el marco de las respectivas Convenciones Nacionales, los protagonistas Joe Biden y Donald Trump “fijaron” o proyectaron sus posturas vertebrales.
El abanderado demócrata Biden declaró que rescatará al país de sus múltiples crisis y que será un “aliado de la luz, no de la oscuridad… optaremos por la esperanza sobre el temor…”; enfatizó que con su equipo luchará a plenitud para superar las 4 crisis existentes: la sanitaria (la pandemia), la económica (la depresión), la social (la justicia, la no discriminación racial) y la ecológica (el cambio climático); diáfanamente externó: “La opción no puede ser más clara: enjuicien al presidente sobre los hechos; no asume ninguna responsabilidad, culpa a los demás…” Posteriormente aludió a un plan ya configurado para remediar las calamidades y cristalizar la promesa de un “Estados Unidos para todos”, poniendo como relevante lo siguiente: “Esta campaña no se trata sólo de ganar votos, es sobre ganar el corazón y el alma de la nación, ganarla por los generosos entre nosotros, no por los egoístas, ganarla para los trabajadores que mantienen funcionando este país y no únicamente para unos privilegiados de arriba…” Prometió un nuevo sistema de migración “basado en nuestros valores”, acceso a la educación superior, reforzar los sindicatos, elevar los salarios de los trabajadores esenciales, la recuperación de las industrias y obligar a los más ricos a pagar su parte en los impuestos. Ofrece su experiencia amplia, tras una carrera política de casi medio siglo, para guiar debidamente al país en estos tiempos de emergencia, reparar los daños a la república ocasionados por Trump y buscar un retorno digno a “la normalidad”. El demócrata encarna al líder que encabeza “una batalla por el alma del país.”
Por su parte, el abanderado republicano (actual presidente) Donald Trump, acorde con su temperamento “volcánico” y sus expresiones prepotentes y amenazantes, externó ante sus correligionarios: “O salvamos el sueño americano o dejamos que una agenda socialista destruya nuestro destino...” Se proclamó (en la Convención Nacional de su partido) como el único salvador del país y señaló a sus contrincantes como parte de una “izquierda radical” que busca destruir las libertades y los valores. Agregó: “En ningún momento anterior los votantes enfrentaron una decisión tan clara entre dos partidos, dos visiones, dos filosofías o dos agendas... Estados Unidos es la antorcha que ilumina a todo el mundo, pero a pesar de toda nuestra grandeza, de todo lo que hemos logrado, ahora está en peligro. Esta es la elección más importante de la historia de nuestro
país... El voto de ustedes decidirá si protegeremos a estadounidenses que obedecen la ley o si damos permiso a anarquistas violentos, agitadores y criminales que amenazan a nuestros ciudadanos...” Ya encarrerado aprovechó el viaje para atacar a su contrincante: “Joe Biden será el destructor de la grandeza americana”; describió al demócrata como un político fracasado y débil, el cual durante su carrera política de 47 años ha traicionado a su pueblo y siempre ubicado del lado incorrecto de la historia. “Joe es el caballo de Troya del socialismo; nadie estará seguro en una América comandada por Biden. Si la izquierda gana demolerán los suburbios, confiscarán tus armas y nombrarán jueces que borrarán las libertades constitucionales.”
El engreído, narcisista y misógino Donald se atrevió a proferir: “Algunos pueden sentirse insultados porque Biden eligió a una mujer como compañera de fórmula…” En otros renglones o tópicos alabó sus políticas migratorias, prometió que el muro fronterizo será terminado y que ha efectuado la movilización más grande para enfrentar y vencer al “virus chino”, además de edificar la economía “más fuerte de la historia del mundo” (lo cual es una falacia). No contento con ello, descalificó las protestas populares multitudinarias realizadas en varias localidades, en oposición a la discriminación racial y a la violencia policíaca, acusando a sus adversarios de promover tales acciones. En su alocución amplia resumió los temas abordados en la Convención Republicana, mismos que aprovechará para su propaganda electoral durante los próximos 67 días antes de la elección.
A mi modesto entender, viendo los toros allende la frontera y como un observador externo, como un lego en la materia político-social, deduzco que con el triunfo de Biden se puede atemperar “el clima de tensión” en los territorios del vecino del Norte, lo cual no ocurrirá si es reelecto el actual mandatario, que se caracteriza por “avivar las hogueras” de las tensiones raciales y de abrir frentes de conflicto contra varias naciones del mundo (China, Rusia, Irán, Corea del Norte, Venezuela, etc.). La comunidad norteamericana tiene el 3 de noviembre que definir, con su sufragio libre e independiente, el derrotero futuro de ese idílico “imperio moderno de las barras y de las estrellas.” Un periodista y crítico estadounidense, David Brooks, lanza su mordaz vaticinio: “Se escucha el último grito de un orden moribundo, el último acto histérico de una facción de la cúpula que sabe que está ante el fin de esta fase del imperio donde la frontera de Estados Unidos era el mundo. Pero hoy día esa frontera se ha cerrado, hoy ese mito ha dejado de existir; antes el muro de Donald representaba un renacimiento, ahora surge o emerge como una lápida sepulcral.”
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Atentamente.
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
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