No puedo afirmar categóricamente que la última pelea del paisano Saúl Álvarez contra el ruso Kovalev, celebrada en las Vegas Nevada el pasado 2 de noviembre, haya sido “un tongo” o un engaño para todos los aficionados al llamado “arte de fistiana”, pero sin embargo me dejó sembradas ciertas incertidumbres en mi interior, porque tal pareciera que el protagonista del tal espectáculo boxístico era el vanagloriado tapatío y el supuesto monarca de los semipesados representaba el papel del “patiño” perfecto o del retador que se situaba en las apuestas como el perdedor vaticinado.
Al respecto, consigno que los momios o las tendencias azarosas favorecían al compatriota Saúl, pues lo que apostaron por él ganaron la quinta parte de su aportación y si hubiera salido triunfador el oponente sus seguidores habrían obtenido cuatro veces la cantidad expuesta (o sea el 400%); por si ello no importara mucho, en los preámbulos del cotejo flotaba en el ambiente una atmósfera de triunfalismo nacionalista ramplón, donde los comentaristas aludían a las virtudes del Canelo, a su trayectoria esplendente y a su aureola de campeonatos, ubicándolo como el seguro exitoso de la contienda, sin guardar las formas e ignorando las fortalezas o virtudes del monarca soviético, que para esos “expertos” o agudos analistas era de antemano la víctima de esa comedia pugilística.
Resultó insólito para mí que un boxeador experimentado, en su tonelaje natural, careciera de la contundencia respectiva en sus impactos a lo largo de los asaltos o rounds escenificados y que el retador, de menor peso y escalafón, tuviera más estamina o potencia a la hora de la verdad, toda vez que prevalece la sentencia en los cuadriláteros de que “un buen peso chico no puede superar a un buen peso grande”, salvo que éste último sea un bulto o un elemento mediocre. A manera de mención rememoro cuando el gran “Mantequilla” Nápoles (categoría menor) se enfrentó al Macho Monzón (categoría mayor), donde el argentino le propinó una golpiza despiadada al cubano nacionalizado mexicano.
La historia dirá la última palabra, pero de antemano cuestiono esa “campaña de endiosamiento” que circunda al pelirrojo oriundo de Guadalajara y más me sorprende e incomoda que un pugilista haya firmado un contrato multimillonario en billetes verdes (con una empresa de espectáculos) para salir con el brazo en alto a lo largo de más de 10 contiendas, lo que a todas luces auspicia sospechas y despierta razonadas objeciones, salvo que al Canelo le programen confrontaciones a modo con opositores de “medio pelo”. En el pecado llevarán la penitencia, si han procedido mal pues más temprano que tarde, tengo la seguridad, saldrán a la palestra retadores de polendas que pondrán a prueba al “paisano refulgente”, pues en las categorías mayores hay prospectos de cuidado y boxeadores de
singular calidad. Habrá que estar muy pendientes de las futuras contiendas del paisano y no dejarse engatusar por los merolicos y los cortesanos mediáticos.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga. |
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