Hay que voltear los ojos hacia las nuevas generaciones; son los renuevos de la esperanza y los entes promisorios del devenir cultural y filosófico. La gente mayor pareciera retornar a las concepciones tradicionales y no se atreve a ver más allá en este mundo contemporáneo dinámico. Se encuentra uno, de manera lamentable, con elementos maduros que creían “a pie juntillas” que el mundo se acabaría en el 2012 y que un gran terremoto afectaría a gran parte de nuestro planeta en un lapso breve. Resulta inconcebible que personas con estudios del nivel medio superior o superior sean víctimas fáciles de charlatanes, alarmistas y de agoreros de calamidades globales. Por si fuera poco, esas generaciones que rebasan los 50 años paulatinamente se acercan cada vez más a las “verdades reveladas” y a los dogmas, pero escabullen el bulto para no atisbar esas nuevas ventanas que ofrecen la ciencia y la tecnología contemporánea.
Soy de la opinión de que desde la secundaria o, si pareciera muy osado, desde el bachillerato, a los adolescentes y a los jóvenes de ambos sexos los deberíamos encauzar seriamente por los senderos de la observación, de la investigación y de las teorías sustentables; que los programas educativos cumplieran a cabalidad con lo establecido en el Artículo Tercero Constitucional y que el laicismo brillara a plenitud. En el 2009 se le rindió un homenaje mundial al célebre Charles Darwin, a 200 años de su natalicio, en razón de su significativa contribución a la ciencia, pero tengo la seguridad de que en instituciones educativas y en centros académicos de México este suceso “pasó de noche”, porque a pesar de su teoría evolucionista, persisten los neo oscurantistas que pretenden tapar el sol con un dedo y se oponen a las evidencias y a los procesos verificables.
Vayamos como comunidad siempre hacia adelante, que no nos ahoguen los mitos, las supercherías o los espantos del más allá y de los castigos eternos. “Más allá del arcoiris” podemos encontrar teorías e hipótesis que nos expliquen objetivamente sobre el origen de la vida, sobre las inmensidades espaciales; postulados que nos diluciden los misterios del micromundo y del macromundo, de lo que somos galácticamente y de lo mucho que ignoramos. Habrá que atreverse a navegar por esos mares del inacabable quehacer racional y del permanente pensamiento acucioso, donde tendremos que analizar las aportaciones y conceptos de pensadores como Einstein, Darwin, Hawking, Dawkins, Sagan, Douglas Adams, Hamilton, Feynman, Mlodinow y de otros ameritados investigadores.
Las nuevas generaciones deben asimilar, a manera de ejemplo, que Darwin está catalogado como uno de los científicos más importantes de la historia, debido a que su idea de selección natural consiguió cambiar la concepción que el ser humano tenía de sí mismo y que en la actualidad la tesis evolucionista influye en la mayoría de las ciencias y en la filosofía. También, los enjundiosos jóvenes de este tercer milenio deben saber que en los Estados Unidos, el país más poderoso del Orbe, se sigue instrumentando una cruzada
ideológica contra todo lo que huela a evolucionismo y que las fuerzas conservadoras de ese país se aferran ilógicamente a concepciones medievales.
Algo muy interesante, con relación al tema, ocurre en Inglaterra, donde en una región específica (Somerset) se ponen a disposición de los interesados “clases de escepticismo racional”, con el propósito de encauzar a los niños, adolescentes y jóvenes a que piensen de manera libre, sin ataduras trasnochadas; a que razonen con independencia; a que sean escépticos y racionales. Esta propuesta en nuestro país sería objeto de críticas y de ataques virulentos, lo cual no ocurre cuando a esos renuevos se les convoca a ciertos “retiros espirituales” para fortalecer sus creencias. Pero retornando a las sesiones de esos talleres y campamentos muy interesantes del orden intelectual, en verdad es digno de encomio que especialistas teóricos de la talla de Dawkins y de Grayling han actuado a contracorriente, preparando a muchachos en los ámbitos de la Biología, Genética, Antropología, Lógica, Química y Filosofía. Sin ánimo de espantar a la concurrencia, un gran acierto formativo sería acercar inductivamente a los jóvenes para que conocieran las aportaciones del científico inglés Stephen Hawking, que es un continuador de los trabajos de Einstein y que hace reposar sobre los hombros de las leyes de la naturaleza el motor que creó al mundo, sin la intervención de ninguna fuerza sobrenatural.
Para ejemplificar el analfabetismo científico que prevalece, les expreso que en este 2020, ante la pandemia del COVID-19 todavía múltiples personas, ajenas a los avances científicos y a los logros tecnológicos, depositan su confianza en “personajes iluminados” que pregonan medicamentos milagrosos contra el mortal coronavirus. No le otorgan crédito a las recomendaciones sanitarias ni a la información especializada de los epidemiólogos. Viven en el pretérito y le apuestan a una pócima mágica que los transformará en seres inmunes. Otros elementos están todavía en una posición más obtusa, niegan la existencia de dicha amenaza a la salud y a la vida, así como concluyen que todo es una patraña urdida por los consorcios internacionales y aprovechada por los gobiernos como un distractor.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga. |
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