Un buen número de huatusqueños me expresaron su preocupación y molestia por el atentado histórico y ecológico que pretenden llevar a efecto las autoridades municipales de ese bello jirón veracruzano de las Grandes Montañas. En términos generales me exteriorizaron que en la Alameda “Agustín Chicuéllar” se construirá un estadio moderno, a través de la instalación de domos, con lo cual se tendrían que tirar árboles y eliminar o destruir bancas y otras estructuras, para disponer de un área suficiente para desarrollar el proyecto diseñado. Un colectivo de ciudadanos, en favor de la defensa de la Alameda de Huatusco, denunció que al respecto la colectividad no está enterada del asunto y que a nadie se le pidió opinión para efectuar tal tropelía que ofende y afecta a las actuales y nuevas generaciones, pues dicho sitio es, además de “un pulmón” significativo, el centro de convivencia y de reunión general en las festividades sociales, cívicas y culturales.
Esa Alameda “Chicuéllar”, de 400 metros cuadrados, tengo entendido surge en las postrimerías del siglo XIX y en los inicios del siglo XX, cuando en el país gobernaba el Gral. Porfirio Díaz y operaba como mandatario estatal el Sr. Teodoro Dehesa. Algunos de sus árboles fueron sembrados hace varias décadas y a lo largo de una centuria han proporcionado frescura y sombra a los pobladores, así como un aire vigorizante para los aficionados a un deporte o al ejercicio aeróbico. Guardamos en el baúl de nuestros recuerdos los épicos encuentros de futbol-soccer y de basquetbol que sostuvimos “los chicataneros” contra oncenas o quintetas de otros lugares circunvecinos. En lo particular rememoro un partido trepidante que escenificamos en los 60, los locales contra una selección de Coscomatepec y de Ixhuatlán del Café, donde al final nos alzamos con la victoria en medio de una lluvia torrencial.
El motivo principal del presente comentario es concientizar a los paisanos de la tierra de Chicuéllar y de García Cabral para que analicen lo inherente a esa propuesta impropia de la Presidenta Municipal, a fin de que conozcan a fondo ese proyecto y sus consecuencias, pues no se vale emprender acciones nada sustentables y atentatorias al equilibrio ecológico y al legado histórico del Antiguo Señorío de Cuautochco. Saludable sería emprender una campaña masiva en pro de los valores huatusqueños y poner en evidencia presuntos beneficios políticos y económicos de un personaje que actualmente goza de fuero federal y se desempeña como Diputado del Distrito de referencia.
Todo chicatanero bien nacido y huatusqueños adoptivos ameritan ponerse la camiseta para canalizar su desaprobación legítima a las instancias estatales y federales que correspondan. En tanto ello ocurra sugeriría a los representantes del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se dieran una vuelta por estas “campiñas
de la esperanza” para que constaten de manera directa los daños que causaría una obra de la magnitud que se festina por parte de sus promotores y operadores. Un coterráneo opina sobre el caso: “La Alameda es un patrimonio histórico y ecológico de los huatusqueños. Sus árboles son añejos y nos dotan de oxígeno. Estoy en contra de proyectos que atenten contra esa riqueza de la comunidad; en ningún momento se ha realizado una consulta para remodelar o modificar ese extraordinario recinto; por ello se pide apoyo a la sociedad local y a los paisanos que residen en otras poblaciones, para oponerse a tal obra. Tal Alameda sirve de lugar de esparcimiento a las familias, es un lugar ideal para el ejercicio y el deporte, así como es un referente turístico de la cabecera”.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
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