En la primera quincena de este mes de mayo anhelaba un poco de tranquilidad y experimentar el efecto agradable del aire fresco de las montañas, ante lo cual le propuse a mi esposa Rosa Aurora nos trasladáramos a nuestro recinto nativo, a ese Huatusco siempre verde y de las colinas azules durante el 10 y 11 de este calcinante período del año. Durante el trayecto por la carretera que vincula a Coatepec con comunidades como Jalcomulco, Tlaltetela y Totutla nos extasíamos nuevamente con la floresta circundante, con el río de los Pescados y con la variedad de cultivos. Todo era “miel sobre hojuelas” y ya teníamos un plan de acción al llegar a nuestro ansiado destino.
Para sorpresa nuestra esa localidad de Chicuéllar y de García Cabral nos recibió con un sol esplendente que nos acompañó a lo largo de las horas, durante las cuales asistimos al panteón para depositar unas ofrendas florales, compramos después unos productos típicos en el mercado, saludamos con la brevedad posible a familiares y amistades, así como degustamos platillos deliciosos al momento del almuerzo. Dispusimos descansar un poco por la tarde (en el hotel) para posteriormente por la tarde-noche ir al parque Zaragoza y admirar a las estrellas y a la luna tomando un café o refresco, sin dejar de lado la posibilidad de saborear una buena nieve o mantecado.
A eso de las 19 horas el bochorno era sofocante pero nos lanzamos a la aventura, creyendo que por fin sentiríamos un poco de alivio en ese parque centenario, pero al llegar al recinto nos sorprendimos de la cantidad de personas que estaban ahí, toda vez que por ser el día de las madres el Ayuntamiento había organizado una gran verbena popular, donde hubo un sorteo nutrido de obsequios, un sarao o baile amenizado por un conjunto musical bastante ruidoso y harto personal designado por la Presidencia para atender a toda esa femenil concurrencia de las colonias y de congregaciones o rancherías. Ante las circunstancias expuestas decidí con mi cónyuge tomarnos un café o una bebida fría en el restaurante más cercano, donde por cierto nos atendieron de maravilla y gozamos de música viva durante casi 2 horas.
De regreso al hotel para descansar a plenitud, después de esa jornada extenuante y sudorosa, supimos de buena fuente que ese jolgorio del 10 de mayo tuvo afanes de carácter político-electoral, pues el actual esposo de la Presidenta está deseoso de retornar a la alcaldía después de desempeñarse en otros cargos de elección popular. Ni más ni menos ese famoso “Miguelito”, aprovechándose de la pobreza de la gente y del fanatismo ostensible, ha sido presidente de la localidad, diputado local, diputado federal, favoreció asimismo la candidatura de su compañera para ser la titular del Cabildo y hoy pretende reiniciar “el ciclo democrático” para su beneficio.
Por otra parte, es lamentable que ese rincón bucólico de las Grandes Montañas esté siendo afectado por voraces rapamontes que se precian de tener buenas relaciones con las autoridades forestales; resulta insólito e imperdonable que descendientes directos de inmigrantes italianos de la Colonia Manuel González (que han logrado su fortuna en labores agrícolas), estén deforestando la denominada área de “La Cuchilla” y otros predios pródigos de los pulmones naturales, de esos bosques de niebla que han
caracterizado al referido Señorío de Cuautochco. Ahora entiendo el por qué hasta en esos rincones de ensueño del pretérito, de la humedad y del chipi-chipi, actualmente se proyecta un porvenir sombrío para las nuevas generaciones, como efecto directo del comportamiento depredador del ser humano y de la complicidad pasiva de muchos pobladores que observan con displicencia las atrocidades ecocidas. Al final de la travesía por mi terruño sólo puedo expresar que por tales lares no encontré tranquilidad y frescura, pero sí obtuve datos y razones para proseguir en la lucha social de concientización por un mejor destino nacional.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
|