A mis casi 8 décadas de existencia evito hasta donde es posible las confrontaciones inútiles, me hago a un lado de esas discusiones bizantinas que sólo arrojan enojos y resentimientos. Cuando en las conversaciones de conocidos y colegas se gira en derredor de los asuntos políticos de México procedo con cautela, emitiendo mis puntos de vista únicamente cuando tales análisis o planteamientos se desenvuelven en términos civilizados. No intervengo en los volcánicos enfrentamientos propiciados por los apasionados y los extremistas. En casos especiales ante la insistencia de mi participación, les indico a los interlocutores, con la sutileza debida, que observo un aceptable desempeño del actual Presidente de mi país, reconociendo sus esfuerzos para “enderezar el barco” y superar los rezagos heredados de sus cinco antecesores. Les culmino diciéndoles que soy uno más de los que vemos con optimismo el devenir, de los que vislumbramos el vaso medio lleno (el 70% ó más) y que trato de comprender a los pesimistas (a esos 25% ó 30%). “No todo es perfecto y no aspiramos al pensamiento único ni al consenso…”
En razón del espacio disponible para este comentario, sólo incorporaré algunas realizaciones y logros del actual régimen gubernamental, donde Andrés Manuel López Obrador es el guía con visión de futuro que pretende entregar buenas cuentas a la comunidad nacional. En principio manifiesto, a la mitad del sexenio, que el gobierno ha detenido la tendencia privatizadora; ya no se entregan concesiones a particulares en petróleo, electricidad, minas, agua, hospitales, puertos, vías férreas, playas, reclusorios y en obras públicas; se ha fortalecido a Pemex con el propósito de que mantenga su participación rectora en el mercado de gasolina, diésel y otros combustibles; al respecto se pretende producir en nuestro territorio las gasolinas que el país consume y dejar de importarlas. Al unísono se lucha a diario contra el cáncer de la corrupción, pues es difícil erradicar de tajo 36 años de pillaje neoliberal, cuando los mandatarios supremos pecaron y fueron cómplices, facilitando las operaciones turbias, privatizando de manera irresponsable e implementando jugosos negocios para unos cuantos.
Por otra parte, se ha fortalecido paulatinamente el servicio de salud, a pesar de los múltiples obstáculos y de la oposición sistemática de algunos magnates y de las compañías farmacéuticas, que en el pretérito obtenían jugosas ganancias dejando de lado las penurias y las afecciones de los pacientes. Resulta conveniente indicar que ante la pandemia perniciosa la administración federal no se cruzó de brazos, se capacitó al personal médico y a las enfermeras, se contrató a personal de salud, se acondicionaron espacios para la atención necesaria y urgente, sin dejar de mencionar que las clínicas, hospitales y de salud fueron respaldados oficialmente en muchos sentidos. En lo referente a la Comisión Federal de Electricidad se puede aseverar que está retomando su función rectora; el gobierno federal la apuntala para salir del profundo bache donde estuvo ubicada durante la larga pesadilla neoliberal. “Ha sido urgente e indispensable modificar la política y las reformas privatizadoras para rescatar la estratégica industria eléctrica nacional por el bien de los consumidores domésticos, de los empresarios y del desarrollo nacional…” También hay que resaltar, por cuanto a inversión pública, que con el presupuesto federal sin contratar deuda y
sin entregar concesiones, se están construyendo carreteras, presas, hospitales, escuelas, acueductos, sistemas de drenaje, plantas de tratamiento de aguas residuales, puentes, refinerías, vías férreas, centrales eléctricas, aeropuertos, bibliotecas, parques, mercados, estadios, unidades deportivas y otras obras de beneficio comunitario.
Algo que no se ve, pero se siente: el peso no se ha devaluado, el salario mínimo ha aumentado, la inflación - en lo general - se mantiene estable, los gasolinazos se han acallado. “No se han registrado saqueos a comercios ni actos de vandalismo o desesperación (como en otros países) por hambre o desatención a las necesidades básicas de las personas”. Puede decirse que está en plena operación la fórmula honestidad, austeridad y bienestar, con tal clave se gobierna al margen de lujos y frivolidades. AMLO preconiza: “hemos podido cumplir los compromisos de no endeudar al país, no aumentar impuestos, no subir los precios de los combustibles y, lo más importante, esta nueva política fincada en la moralidad nos ha permitido financiar programas sociales para el bienestar de nuestro pueblo, en especial para los más pobres…” Se han garantizado las libertades y el derecho a disentir; hay transparencia en el manejo de recursos y derecho a la información. No se reprime al pueblo y ya no se organizan fraudes electorales; el gobierno actual no representa a una minoría acaudalada, sino a todos los connacionales sin diferencias de ninguna especie; no hay fueros ni privilegios y se respalda a los marginados; además se protege a la naturaleza, implementando acciones para salvaguardar a nuestro planeta y evitando contaminaciones. Se auspicia la igualdad de género y se lucha contra la discriminación, el racismo y el clasismo; se otorga especial atención y la consecuente preservación al patrimonio cultural e histórico de México. Por cuanto a política exterior se ha procedido con sensibilidad, respeto, firmeza y dignidad en el concierto internacional. Los acuerdos, labores y programas han estado acordes a los principios de autodeterminación de los pueblos, a la no intervención, a la solución pacífica a las controversias y a la proscripción del uso de la fuerza y de las amenazas en las relaciones con otros países.
Así que estimados paisanos, “no se hagan bolas” ni se dejen engañar; infórmense bien de lo que sucede en nuestra República. Hay seres perniciosos que propalan por doquier rumores, mentiras y fantasías para descalificar los logros de la actual administración federal y cuentan con recursos suficientes para efectuar esa innoble campaña orquestada por los grupos y sectores que en los anteriores sexenios gozaron de privilegios para agenciarse ilícitamente de múltiples recursos materiales y económicos. Ante ello sólo puedo externar que México – en los últimos 50 años – nunca había tenido un Primer Mandatario con las características de Andrés Manuel López Obrador, el cual para nada es el ser ideal, pero tiene a su favor su acendrado afán de servicio, su calidad moral, su tenacidad, su responsabilidad; él a lo largo de su desempeño público se ha caracterizado por su transparencia, eficacia y congruencia. Nuestro timonel nos llevará a buen puerto y es justo reconocerle su entrega plena, hurtándole horas a su reposo físico y transitando incansablemente por todo el territorio nacional.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga. |
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