Jorge E. Lara de la Fraga.
El primero de diciembre de 2019 se cumplió el primer año de gestión gubernamental bajo la directriz de Andrés Manuel López Obrador; pese a sus adversarios y malquerientes el Zócalo capitalino se saturó a plenitud, así como las rúas del Centro Histórico que confluyen en esa magna plaza. Se calcula que fueron poco más de 300,000 personas las que se hicieron presentes y que escucharon las realizaciones y pendientes de la administración pública federal. Se pueden afirmar, sin lugar a dudas, que ha sido un año de una larga y difícil travesía, pues los cambios reales nunca han sido fáciles; en estos primeros meses se ha combatido la corrupción y se ha impuesto, en el ejercicio público, una austeridad evidente. Entre los logros genéricos ha habido “una reorientación presupuestal con un claro sentido redistributivo”, fue revertida la llamada “reforma educativa” del sexenio anterior y la política energética ha experimentado un claro viraje positivo, con el fortalecimiento de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad, sin omitir que la política exterior ha sido reconducida, recuperándose los principios históricos y soberanos de la diplomacia mexicana.
En ese mismo orden de ideas, el gobierno de la nación ha cumplido su compromiso de no aplicar medidas represivas contra movimientos sociales y ha escuchado a las personas que enarbolan esas luchas o demandas. Desde un ángulo diferente, el financiero, el comentarista Galván Ochoa apunta al respecto que el nuevo Poder Ejecutivo: “Funciona, paga la nómina, las pensiones y a los proveedores; abona a la enorme deuda que heredó, cobra impuestos, no ha pedido préstamos, tampoco ha subido impuestos; es un gobierno reconocido por otros países del mundo y, muy importante, conserva el apoyo del pueblo…” Adicionaría que existe equilibrio en las finanzas públicas, hay estabilidad del peso, no han ocurrido “gasolinazos”, se estableció un acuerdo en el sector productivo y “se lanzó” hace poco el Plan Nacional de Infraestructura, que se traducirá a corto y mediano plazos en beneficios para la comunidad. Pero no todo es “miel sobre hojuelas” en nuestro terruño patrio, a pesar de los esfuerzos emprendidos la actual administración no ha logrado hacer realidad su promesa de llevar la economía nacional a un crecimiento del 4 por ciento ni ha podido disminuir los índices delictivos a los sucesos escalofriantes de violencia e inseguridad, fenómenos exasperantes para el conglomerado. Son asuntos pendientes.
A mi particular modo de ver las cosas, avizoro un panorama esperanzador para México en el 2020 toda vez que, reitero, el Ejecutivo Federal y la iniciativa privada han emprendido acciones y propósitos para incidir en lo tocante a obras de infraestructura. Sobre el particular, la iniciativa privada comprometió para los próximos 5 años una inversión de 859 mil 22 millones de pesos en 147 proyectos. “ Es un primer paquete del Acuerdo de Inversión de Infraestructura del Sector Privado, indicó Carlos Salazar Lomelín, Presidente del Consejo Coordinador Empresarial …” De acuerdo con el documento elaborado por el gobierno federal y el CCE, los recursos se destinarán a turismo, energía y telecomunicaciones. También se contemplan planes para carreteras, puertos, aeropuertos,
ferrocarriles y obras de agua y saneamiento. Vislumbrando un provenir de bienestar para todos los compatriotas, Andrés Manuel López Obrador ya dio un importante paso al firmar, en Palacio Nacional “con lo más granado del sector empresarial”, ese acuerdo trascendente que dinamizará definitivamente la economía de nuestro país.
Anhelo dejar muy claro para todos los oponentes del Presidente de la República que López Obrador está muy consciente de su responsabilidad suprema, día a día se esmera por cumplir sus compromisos y atender, con su equipo de trabajo, los requerimientos urgentes del colectivo. Está preocupado por la ola de violencia imperante y ante las brutalidades emprendidas por la delincuencia organizada. Entiende que está sentado “en un auténtico barril de pólvora”, pero eso no lo amilana sino que tales peligros y amenazas le sirven de acicate para proseguir su sendero proceloso. Conserva el temple necesario “para domar al indócil corcel” que monta desde el primero de diciembre de 2018 y conserva en su alforja de finalidades cuestiones vertebrales como construir una vigorosa república democrática y proyectar a nuestro país como una fortaleza autónoma y digna.
Abrigo esperanzas de que nuestra juventud vigorosa, optimista y propositiva, así como esas decididas y valientes mujeres que luchan a favor de su dignidad y mejores condiciones laborales asimilen el momento histórico que estamos viviendo y no se dejen embaucar por los agoreros del desastre que aprovechan las “famosas redes” y otras vías para propalar rumores, mentiras, “medias verdades” y falacias, en su afán de desprestigiar al gobierno central y para poner en evidencia al Primer Mandatario. Por otra parte, externo mi rechazo pleno a esos “morenistas” que sólo se han aprovechado de sus cargos o representaciones populares para satisfacer sus particulares apetitos. Asimismo, me duele que altos dirigentes del partido en el poder se peleen rabiosamente para obtener la supremacía en su feudo y se olviden de la lucha cotidiana que efectúa su líder nacional al frente de los destinos de la República.
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Atentamente.
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
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