Jorge E. Lara de la Fraga.
El primero de agosto me desperté con entusiasmo, decisión y optimismo porque iba a intervenir en un ejercicio ciudadano donde, por primera vez en México, se llevaría al cabo un suceso de democracia participativa, donde la voluntad y la opinión de cada sufragante tendrá su valor significativo, sin intermediarios de ninguna índole. Así que cuando deposité mi papeleta en la urna y marqué el Sí proyecté de manera plena mi descalificación a todo ese proceder irresponsable, vergonzoso, criminal y antipatriótico de los 6 últimos sexenios de nuestra historia patria contemporánea encabezados o presididos por elementos abominables del neoliberalismo depredador: Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quezada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto. En mi interior me hacía a la idea de que también con mi voto reprobaba lo que antes perpetraron durante su mandato tanto Díaz Ordaz como Echeverría Álvarez, pues nunca podré olvidar la bestialidad, la masacre y las vidas cercenadas en Tlaltelolco, en el Jueves de Corpus y durante la represión y eliminación física de la “guerra sucia” (1970 – 1980).
Para nada me importa que los detractores de la consulta pregonen a los cuatro vientos que lo ocurrido en el primer domingo del presente mes fue un fracaso o un esfuerzo inútil y oneroso; les expreso desde ahora a esas enfermizas o desorientadas personas que el evento realizado fue el primer paso de una nueva etapa para nuestro país, que es un precedente significativo y un mensaje preciso y diáfano a la “conciencia nacional”. A mi modo de entender las cosas, de ahora en adelante, nadie debe ni puede proceder negativamente sin impunidad. Si en este sexenio 2018-2024 alguien de los funcionarios o representantes populares actúa fuera de la ley amerita ser sancionado acorde al ilícito perpetrado, sin importar jerarquía alguna, incluyendo – si ese fuera el caso – al mismo Primer Mandatario de la Nación. Ojalá “les caiga el veinte” a todos aquellos que se oponen a las transformaciones y cambios que demanda nuestra República, que en lugar de seguir inoculando odios y resentimientos se dediquen a trabajar y a poner en operación proyectos de beneficio colectivo.
El próximo año, en ese cabalístico 2022, nuevamente a la sociedad se le convocará a una consulta amplia para definir si el actual mandatario nacional debe seguir al frente de los destinos patrios o si tiene que abandonar el sitial de la máxima responsabilidad. Ahí será el momento clave de las definiciones y serán las mayorías quienes dispongan lo conducente. Ante tal panorama preocupante e interesante que se avecina, me atrevo a solicitarles a todos los connacionales que por el momento emerja una etapa de serenidad, que se “guarden las armas”, que quede marginada la grotesca hostilidad y ofrezcamos, con acciones civilizadas, un escenario fraterno conveniente para todos, pensando o teniendo en
el pensamiento el compromiso con las nuevas generaciones que para nada anhelan un territorio hostil y saturado de necesidades apremiantes.
Aunque muy pocos votaron y muchos se dejaron manipular, abrigo la plena seguridad de que el 90 al 95% de los compatriotas no estaría de acuerdo con un retorno del vetusto priísmo o del cínico grupo de prianistas y secuaces que encauzaron al país por el sendero de la barbarie, de la crisis económica y de la corrupción generalizada. Tuve contacto con varios abstencionistas que se escudaron en las disculpas y en las justificaciones, pero que aplauden el esfuerzo de unos pocos para demandar el juicio justiciero a los nefastos gobernantes. Todos ellos guardan en su interior su impotencia y furia y no tienen amnesia. Repasan a cada momento las aberraciones de esos “falsos ídolos” sexenales: Las desapariciones forzadas, los cementeros clandestinos, las torturas brutales, las ejecuciones extrajudiciales, los ataques a comunidades rurales por comandos especiales, los nexos con la delincuencia organizada, las mascaradas democráticas, los robos de múltiples millones de pesos orquestados oficialmente, el establecimiento de “empresas fantasmas”, la venta de empresas estatales, la fuga de capitales invertidos en paraísos fiscales, así como la entrega del sector energético a los intereses nacionales – internacionales depredadores.
Dice el refrán que no hay peor ciego que el que no quiere ver; ante lo cual me atrevo a decirle a mis paisanos que no se dejen engañar por los rufianes mediáticos o por los operadores aviesos de las denominadas “redes”, pues más allá de sus prejuicios o razones contra AMLO y Morena, hay la necesidad de entender que nuestra nación tiene que transitar por mejores derroteros y no caer en los baches del pretérito. Si el pueblo decide un nuevo rumbo en el 2024 que éste sea para bien de todos, para enfatizar en los aciertos y para ajustar lo pertinente a fin de remediar las omisiones y fallas; no se vale girar hacia atrás, sino emprender nuevas acciones, proyectos y programas hacia adelante, con el promisorio horizonte como derrotero o guía.
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Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
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