Por poco margen, pero así fue: la colectividad mexicana sufragó de manera entusiasta el pasado 6 de junio y rebasó el 50% del padrón electoral. En todas las entidades y municipios se proyectó la energía y el optimismo ciudadano para intervenir responsablemente en la elección democrática de los representantes populares que ocuparán los espacios, sitiales o curules en los poderes ejecutivo y legislativo de la República. Como efecto de tal ejercicio cívico se renovarán 15 gubernaturas y múltiples presidencias municipales; así mismo diputados federales y estatales dispondrán de las atribuciones correpondientes para impulsar decretos y leyes de beneficio comunitario, también emprender una lucha titánica, entre otras cosas, para democratizar el acceso a los medios de comunicación, combatir los monopolios y los privilegios fiscales, favorecer al campo y vigorizar la economía nacional. En lo particular puedo aseverar que los comicios de este 2021 fueron un éxito y que los coterráneos reafirmaron mayoritariamente sus deseos de continuar por la senda de los cambios y con ello ofrendar un bofetón “con guante blanco” a toda esa cauda de perniciosos (magnates, políticos, intelectuales cooptados y comunicadores a modo) que vaticinaron catástrofes, violencia incontenible, tiránicas disposiciones y megafraudes.
A criterio de analistas locales y de observadores internacionales México sale fortalecido y airoso de la jornada política – electoral efectuada este año, a pesar de la zozobra pandémica y de una atmósfera social polarizada. La sangre no llegó al río y el abstencionismo fue parco; los jóvenes de este siglo y nuevo milenio salieron a votar copiosamente, así como también algunos de ellos auxiliaron en el funcionamiento y operatividad de las casillas, sin dejar de mencionar que el conglomerado femenino se significó en la emisión de votos, en las papeletas comiciales y en la obtención de cargos populares de trascendencia, como fue el caso de las 6 nuevas gobernadoras electas en las entidades de Baja California norte, Chihuahua, Guerrero, Colima, Tlaxcala y Campeche. Al otro día de las elecciones, el lunes 7 de junio, el mercado bursátil registró un repunte del peso mexicano y una consecuente depreciación del dólar, una disminución en el contagio virulento, con el agregado de que la economía nacional se recupera paulatinamente y que áreas estratégicas comerciales reiniciaron sus actividades y los sectores agrícolas y pecuarios se vincularon dinámicanente en favor del desarrollo de nuestro país.
Después de la tempestad viene la calma, así reza el refrán y con sustento en ello en los diferentes frentes se depositarán a buen resguardo las armas y sobrevendrán los necesarios análisis, valoraciones, ajustes y reacomodos. Tanto al interior de los partidos como en el entramado de las coaliciones y alianzas se ameritará proceder con objetividad y mesura para detectar los genuinos logros, así como visualizar las incongruencias, omisiones y yerros cometidos durante el proceso, con el propósito de
mejorar el desempeño sociopolítico en las futuras confrontaciones. Al interior de los equipos de trabajo debe campear la claridad y la sinceridad, no proceder a “medias tintas” ni con hipocresía y demagogia. Así, en el frente opositor, determinar si el relativo fracaso se debió a una incorrecta alianza, a la campaña empecinada de descrédito al gobierno, a los candidatos endebles e inapropiados o a labores innobles donde el poderío de los magnates se manifestó; con base en todo ello tendrán que asimilar las culpas y las consecuencias. Por el otro lado, en el bloque partidista encabezado por Morena, donde a pesar de los éxitos alcanzados hubo descalabros sensibles, se detectaron ocurrencias, vanidades, protagonismos, deficiente planeación, selección o determinación subjetiva de candidaturas e incorrectos cálculos aliancistas. Ahora no se vale “montarse” en el triunfalismo enajenante ni que muchos vivales se envuelvan en el estandarte morenista, esquivando con ello sus compromisos con la sociedad y con el partido reivindicador y siendo elementos incongruentes en sus labores de representación popular.
Tengo que agregar que como producto de los resultados oficiales de los comicios, con la mayoría simple obtenida por el partido Morena y aliados en el Congreso, se puede decir que “el bienestar de los olvidados es un compromiso irrenunciable” ahora y en el devenir, que no habrá retrocesos neoliberales y que los recursos públicos se asignarán honestamente en favor de los requerimientos prioritarios de la nación. Que así mismo “el triunfo de Morena en las gubernaturas le asegura fuerza adicional…” y es “un resultado que la dota de capacidades para continuar su ruta y cambiar lo que todavía pretende…” En otro orden de ideas, juzgo saludable que partiditos de ocasión o emblemas de opereta pierdan su registro y que el atrabiliario y vetusto obispo católico (ex – cardenal) Juan Sandoval Íñiguez, a sus 88 años de turbulenta y controvertida existencia, se haga acreedor a una sanción por sus expresiones intolerantes y por su convocatoria “a no votar por los que están en el poder”, en contraposición plena a lo que establece nuestra Carta Magna sobre el comportamiento de los ministros de culto.
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Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga. |
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